Estoicismo

El estoicismo es una doctrina filosófica fundada hacia fines del siglo IV adC por Zenón de Citio; con una fuerte orientación ética, los estoicos sostuvieron las virtudes del autocontrol y el desapego, llevadas a su extremo en el ideal de la ataraxia, como medios para alcanzar la integridad emocional e intelectual. En el ideal estoico, es la liberación de las pasiones la que permite al espíritu alcanzar la sabiduría; el logro de la misma es una tarea individual, y parte de la tarea del sabio es deshacerse de los conceptos e influencias que la sociedad en la que vive le ha inculcado. Sin embargo, el estoico no desprecia la compañía de otros hombres, y la ayuda a los más necesitados es una práctica recomendada.

Entre los estoicos más célebres se contaron numerosos filósofos y hombres de estado griegos y romanos; el desprecio por las riquezas y la gloria mundana hizo de ésta una filosofía adoptada tanto por emperadores (como Marco Aurelio) como por esclavos (como Epícteto). Cleantes de Assos, Crisipo, Séneca y Catón se adscribieron también a la escuela estoica.

Orígenes y fases

El estoicismo nace en Atenas y toma su nombre del pórtico (en griego Στοα, stoa) donde Zenón de Citio impartía las lecciones. Este primer período recibe el nombre de Estoicismo antiguo.

Más tarde, a partir de la introducción de esta doctrina en Roma por parte de Panecio de Rodas, se origina el llamado Estoicismo medio. Se diferencia del anterior por su carácter ecléctico, pues recibió influencias tanto del platonismo como del aristotelismo y el epicureísmo.

Por último, tiene lugar lo que se denomina Estoicismo nuevo o romano, que abandona la tendencia ecléctica tratando de retornar a sus fuentes.

El siguiente esquema muestra la ubicación cronológica de cada fase del estoicismo indicando, asimismo, las figuras más representativas de cada una de ellas:

  • Antiguo (siglos III-II adC):
    • Zenón de Citio
    • Cleantes
    • Crisipo
  • Medio (siglos II-I adC):
    • Panecio (180-110 adC)
    • Posidonio(155-51 adC)
  • Nuevo o romano (siglos I ddC-III ddC):
    • Séneca
    • Epicteto
    • Marco Aurelio
    • Cicerón (parcialmente)

Filosofía estoica

En un sentido amplio, se pueden considerar estoicas todas las doctrinas éticas que defienden la indiferencia hacia los placeres y dolores externos y la austeridad en los propios deseos. Ahora bien, en un sentido estricto se conoce como estoicismo tanto la corriente filosófica greco-romana iniciada por Zenón de Citio, como la teoría ética mantenida por estos filósofos.

La teoría estoica se basa en una concepción particular del mundo: el cosmos está gobernado por una ley o razón universal que determina el destino de todo lo que pasa en él y que es la misma para la naturaleza y para el ser humano. Por lo tanto, el ser humano está limitado por un destino inexorable que no puede controlar y delante del cual sólo puede resignarse. Teniendo en cuenta esto, considera que la conducta correcta sólo es posible en el seno de una vida tranquila, conseguida gracias a la imperturbabilidad del alma, es decir, mediante la insensibilidad hacia el placer y hacia el dolor. Esta imperturbabilidad sólo será conseguible en el conocimiento y la asunción de la razón universal (o destino) que rige la naturaleza y, por tanto, en una vida completamente de acuerdo con esta razón universal.

Los estoicos dividían la filosofía en tres disciplinas: la lógica, que trata de la operación del conocer; la física, que trata del objeto por conocer; y la ética, que trata de la conducta conforme a la naturaleza racional. La jerarquía de las mismas se expresa en la tradicional comparación de estas tres partes con el huevo: la lógica estaría representada por la cáscara, la física por la clara y la ética por la yema.

La lógica comprendía la gnoseología, la dialéctica y la retórica. Si bien es cierto que el sistema se subordina a la ética, ésta se funda en un principio que tiene su origen en la física.

La física estoica, a su vez, deriva de la concepción heraclítea del fuego como fuerza productiva y razón ordenadora del cosmos. A partir de este fuego artesano (πύρ τεχνικόν) se genera el mundo y, según ciertos períodos determinados de tiempo, se destruye y vuelve a surgir a partir del fuego. Por ello suele hablarse de un eterno retorno de lo mismo que se da cíclicamente en forma de conflagración universal (εκπύρωσις). Cada uno de estos períodos en que se produce una ordenación a partir del fuego y que culmina en una destrucción por el fuego recibe el nombre de diakosmesis (διακόσμησις).

Este ordenamiento está regido por una razón (Λόγος) universal. Ésta es una providencia consciente de sus fines, siendo su fin último la suma perfección.

La ética estoica se funda sobre el principio de que el hombre es partícipe del lógos y portador de una «chispa» del fuego eterno. Lo que impide la adecuación de la conducta a la racionalidad son las pasiones. La virtud consiste en el vivir con coherencia (ομολογία), eligiendo siempre aquello que es conveniente a la propia naturaleza del ser racional. En el estado de ausencia de las pasiones o apatía (απάθεια), aquello que podía aparecer como mal y dolor se revela como un punto positivo y necesario del proyecto de la providencia universal. De ahí que Epicteto declare «ανέχυ καί απέχυ» (soporta y abstente).

A esto apunta la famosa metáfora estoica que compara la relación hombre-Universo con un perro que va atado a un carro. Este perro tiene dos opciones: o bien sigue armoniosamente la marcha del carro, o bien se resiste. El camino a recorrer será el mismo en ambos casos; pero si se adecua a la marcha del conductor del carro, el recorrido le resultará armonioso. Si, por el contrario, se resiste, su marcha será tortuosa, pues será arrastrado por el carro en contra de su voluntad. La idea central de esto la expresa cabalmente Séneca, cuando sostiene: Ducunt volentem fata, nolentem trahunt («Los hados guían a quienes los aceptan, y arrastran a los renuentes»).