Derecho agrario
Rama moderna del derecho integrada por normas jurídicas que regulan la actividad en el campo derivada de la tenencia y explotación de la tierra, con el fin de lograr el bien de la comunidad rural.
Historia
A lo largo de los siglos, la propiedad en nuestro país ha tenido diversas formas; así, en la época prehispánica, las tierras eran propiedad del rey, de los nobles, etc; o del pueblo bajo la organización de los calpullis (barrios o vecindarios).
En la Nueva España, la tierra se adquiría de distintas maneras: como donación por parte de la Corona en razón de servicios prestados a la misma (mercedes); otorgada al conquistador según fuera en grado militar (caballerías) o al colono para sostener a su familia (suertes). Existían también las tierras comunales: el ejido y la dahesa.
El ejido (campo que está localizado a la orilla de los pueblos), era explotado por indígenas o por españoles.
La dahesa, eran terrenos destinados a la cría y pastoreo de ganado mayor y menor de los españoles.
Otra forma de adquisición de la tierra en esta época era por compensación o capitulaciones.
La compensación consistía en un sistema para regular y titular la tierra usurpada o poseída en exceso por los españoles durante un lapso superior a diez años.
Las capitulaciones, era el contrato suscrito entre el conquistador y la Corona, por el cual se comprometía a poblar las tierras descubiertas.
Más tarde, los españoles acaparan la propiedad formando los latifundios a través de instituciones como el mayorazgos (herencia de las tierras en su totalidad a favor del mayor de los hijos); lo mismo hizo la Iglesia utilizando a presta-nombres o por medio de donaciones y herencias. En estas condiciones se encontraba la tenencia de la tierra al estallar la guerra de independencia.
Siendo México independiente de la Corona Española, se hicieron grandes esfuerzos para terminar con los vicios existentes en la época colonial; como la expedición de las leyes de colonización de 1821 y 1823, sin lograrlo.
En el periodo porfirista, los antiguos vicios continuaron, incluso fueron fomentados por el propio Díaz a través de las llamadas compañías deslindadoras, las cuales acaparaban grandes extensiones de tierra protegidas por la legislación existente.