Compiladores
La necesidad de establecer comunicación con dispositivos de cómputo para un creciente número de usuarios ha obligado a construir herramientas que permitan que esta comunicación se realice de manera más efectiva y con menor consumo de tiempo.
Esto lo podemos apreciar desde finales de la década de los 50’s, cuando con el advenimiento de computadoras comerciales surge también la necesidad de programarlas.
Se diseñaron lenguajes como FORTRAN y COBOL que permiten realizar esta tarea de comunicación al establecer una relación entre los problemas de los usuarios y lo que las máquinas eran capaces de realizar.
Estos primeros lenguajes también vinieron acompañados de un nuevo término: Compilador.
Se le atribuye a Grace Murray Hopper la acuñación de este término y se refería al trabajo que estaba detrás de la programación en aquellos tiempos: existía una biblioteca de programas constituida de un conjunto de rutinas, cada una de ellas probada individualmente; cuando se necesitaba un programa, se elegían las rutinas necesarias de esa biblioteca y se integraban para conformar el proceso que ejecutaría la computadora.
Quién realizaba este trabajo de acopio de rutinas y de integración se le denominaba compilador, de ahí que los nuevos lenguajes tuviesen sus propios «compiladores» para la integración del proceso que programar representaba.
En nuestros días, el término aún se conserva aunque con un sentido ligeramente diferente al planteado por Hopper. Hoy en día, un compilador es un traductor que facilita la comunicación entre el programador y la máquina, por medio de un proceso de transformación.