Remedio a la inflación

Menciona cual es el remedio a la inflación. Es sencillo encontrar un remedio a la inflación y, sin embargo, su puesta en práctica es difícil. Del mismo modo que un aumento excesivo en la cantidad de dinero es la única causa importante de la inflación, la reducción de la tasa de crecimiento de la oferta monetaria es el, único remedio para eliminarla.

El financiamiento del gasto público mediante el aumento de la cantidad de dinero parece una cosa más bien mágica, como si se consiguiera algo de la nada.

Para utilizar un ejemplo sencillo: el Estado construye una carretera y la paga con billetes de la reserva federal recién emitidos. Parece como si todo el mundo estuviera en una situación mejor.

Los trabajadores que han const ruido la carretera han recibido sus salarios y pueden comprar alimentos, ropas y vivienda con ellos; nadie ha pagado impuestos. Sin embargo, donde antes no había nada, ahora hay una carretera. ¿Quién la ha pagado?.

La respuesta es que todos los tenedores de dinero la han pagado. El dinero adicional aumenta los precios cuando se destina para inducir a los trabajadores a construir la carretera en vez de dedicarlos a cualquier otra actividad productiva.

Esos precios más altos se mantienen mientras el dinero adicional circula a través de la corriente de gastos de los trabajadores a los vendedores de lo que aquellos compran, de esos vendedores a otros, y así sucesivamente. Precios más altos significa que con el dinero que la gente tenía antes podrá comprar menos cosas ahora.

A fin de disponer de una cifra de dinero con la cual poder comprar la misma cantidad de bienes y servicios que antes, los individuos no podrán gastar todos sus ingresos y deberán emplear parte de éstos para incrementar sus saldos monetarios.

El dinero adicional emitido es equivalente a un impuesto sobre el dinero efectivo existente en la actualidad. Si aquél hace aumentar los precios en 1%, entonces cada poseedor de dinero en realidad ha pagado un impuesto igual al 1% de sus tenencias de dinero.

Los trozos adicionales de papel de que ahora debe disponer (o los asientos contables que debe realizar) para poder tener la misma capacidad adquisitiva en forma de dinero que tenía antes no se puede diferenciar de los otros trozos de papel que tiene en su bolsillo o en una caja fuerte (o de los asientos contables), pero en realidad constituyen recibos de impuestos pagados.

La contrapartida física de estos impuestos consiste en los bienes y servicios que se podían haber producido con los recursos utilizados en la construcción de la carretera.

Las personas que no gastaron todos sus ingresos a fin de mantener el poder adquisitivo de sus saldos líquidos han cedido estos bienes y servicios con el fin de que el Estado pudiera conseguir los recursos para construir la carretera.

El lector puede entender la razón por la que Joh n Maynard KEYNES, al examinar las distintas inflaciones que se habían producido tras la Primera Guerra Mundial, escribió: “No existe un medio más seguro y sutil para alterar las bases existentes de la sociedad que corromper la moneda.

El proceso compromete todas las fuerzas escondidas de la ley económica en el lado de la destrucción, y lo ha ce de un modo tal que ni un hombre en un millón es capaz de diagnosticarlo.”

El remedio a la inflación

Es sencillo encontrar un remedio a la inflación y, sin embargo, su puesta en práctica es difícil. Del mismo modo que un aumento excesivo en la cantidad de dinero es la única causa importante de la inflación, la reducción de la tasa de crecimiento de la oferta monetaria es el, único remedio para eliminarla.

El problema no consiste en no saber qué hacer, pues resulta bastante sencillo. El Estado debe hacer crecer la cantidad de dinero a una velocidad menor.

El problema radica en tener la fuerza política para tomar las medidas necesarias. Una vez que la enfermedad de la inflación se encuentra en un estado avanzado, su eliminación tarda mucho tiempo y tiene consecuencias secundarias desagradables.

El problema sugiere dos analogías médicas. La primera se refiere a un hombre joven aquejado de la enfermedad de Buerger, una dolencia que interrumpe el flujo sanguíneo, pudiéndose gangrenar los miembros.

Este enfermo estaba perdiendo los dedos de las manos y los pies. El remedio era sencillo: dejar de fumar. Pero no tenía la fuerza precisa. para esto; simplemente, dependía demasiado del tabaco. En un sentido su enfermedad se podía curar, en otro no.

Una analogía más instructiva es la que existe entrela inflación y el alcoholismo Cuando un alcohólico empieza a beber, los efectos buenos vien en primero, sólo los malos se presentan al día siguiente cuando se levanta con una resaca, y a menudo no puede evitar mitigarla más que sintiendo la imperiosa necesidad de volver a beber:

El paralelismo con la inflación es exacto. Cuando u n país inicia un periodo de aumento de los precios, los efectos iniciales parecen buenos.

La cantidad de dinero más alta permite que cualquiera tenga acceso a él en la actualidad principalmente el Estado para gastar más sin que ninguna persona tenga que reducir sus gastos. Hay más puestos de trabajo, la actividad económica se anima y al principio prácticamente todo mundoes feliz.

Todo lo anterior constituye los buenos efectos. Pero entonces el mayor gasto empieza a hacer aumentar los precios; los trabajadores se dan cuenta de que el salario que perciben, aunque monetariamente sea más elevado, les permite adquirir menos bienes; los empresarios ven que sus costos han aumentado, de modo que las ventas adicionales realizadas no proporcionarán un beneficio tan alto como el que habían anticipado, a menos que aumenten los precios aún más.

Empiezan aemerger las malas consecuencias: precios más elevados, la demanda está más apagada, la inflación se combina con el estancamiento. Como en el caso del alcohólico, el Estado sufre la tenta ción de aumentar la cantidad de dinero a un ritmo aún mayor, lo que provoca las montañas rusas que yaconocemos.

En ambos casos, es necesaria una cantidad cada vez mayor de alcohol o de dinero para dar a la economía o al alcohólico el mismo “empuje”.

El paralelismo entre alcoholismo e inflación contin úa existiendo en la solución que debe aplicarse.

El remedio al alcoholismo es sencillo de encontrar: dejar de beber. Es difícil de aceptar porque, en este caso, los efectos desagradables aparecen primero y los buenos tardan en llegar.

El alcohólico que continúa el tratamiento sufre fuertes molestias por el abandono del alcohol antes de llegar al estado feliz en el que ya no tiene un deseo irresistible de beber otra copa. Lo mismo ocurre con la inflación.

Las consecuencias iniciales secun darias de una tasa menor de crecimiento de la oferta monetaria son desagradables: una expansión e conómica más lenta, durante un periodo, un índice de desempleo más elevado y sin que por algúntiempo la inflación disminuya.

Los beneficios aparecen aproximadamente sólo uno o dos años después, en la forma de un aumento más moderado de los precios, una economía más saludable y dotadacon un potencial de rápido crecimiento económico no inflacionario.

Los efectos secundarios negativos constituyen una razón por la que es difícil que un alcohólico o una Nación que sufre una espiral infla cionaria abandonen la adicción.

Sin embargo, existe otra razón que, al menos en el primer estadi o de la enfermedad o desequilibrio, puede ser aún más importante: la falta de un deseo real para acabar con la adicción. Al bebedor le gusta lo que toma; le es difícil aceptar que en realidad es un alcohólico; no está seguro de que quiera curarse.: Un país que está sufriendo una inflación de precios se encuentra en la misma posición.

La creencia de que la inflación es un problema temporal y moder ado debido a circunstancias no corrientes y extrañas, que desaparecerá por sí mismo cosa que unca ocurre , es seductora.

Además, a muchos de nosotros nos gusta la inflación. Naturalmente, nos gustaría que los precios de los artículos que compramos bajaran o, al menos, dejaran de subir.

Pero estamos más que contentos viendo que los precios de los productos que vendemos suben, sean éstos los bienes que fabricamos, los servicios laborales que prestamos, o las casas y otros bienes que poseemos.

Los agricultores se quejan de la inflación pero se cong regan en Washington, haciendo presión para poder conseguir precios mayores para sus productos. La mayor parte del resto de nosotros hacemos lo mismo de un modo u otro.

Una razón por la que la inflación es tan destructiv a es la de que algunos individuos se benefician mucho, mientras otros se ven perjudicados. Los triunfadores consideran las buenas cosas que les ocurren como la consecuencia natural de su propia previsión, prudencia e iniciativa.

Son de la opinión de ‘que los efectos desagradables, el aumento de los precios de los bienes que compran, se deben a fuerzas más allá de su controlPrácticamente. todo el mundo está en contra de la inflación, lo que significa más o menos que se opone a las consecuencias negativas que para él aquélla ha traído.

Por mencionar un ejemplo concreto: casi todas las personas propietarias de una casa a lo largo de las dos últimas décadas se han beneficiadode la inflación. El valor de su casa ha aumentado considerablemente. Si tenía una hipoteca, la tasa de interés que la gravaba estaba en general por debajo de la tasa de aumento de los precios.

Como consecuencia, los pagos tanto de los intereses como del capital en realidad han amortizado la hipoteca. Por ejemplo, supongamos ,que el tipo de interés y la tasa de inflación tienen un valor de 7% anual.

Si la hipoteca asciende a 10 000 dólares, pagándose sólo el interés, al cabo de un año la hipoteca correspondería al mismo poder de compra que tenían 9 300 dólares un año antes.

En términos reales, el propietario debería 700 dólares menos, exactamente la cantidad que ha pagado por concepto de intereses, y no habría pagado nada por la utilización de los 10 000 dólares (de hecho dado que el interés de la hipoteca es deduciblea la hora de calcular el impuesto sobre la renta, el titular de la hipoteca en realidad se habría beneficiado; al pedir un préstamo habría ganado dinero).

El modo en que este efecto se hace aparente al propietario de la vivienda es el siguiente: la diferencia entre el precio de mercado de ésta y el de la hipoteca aumenta rápidamente.

La contrapartida se da en la forma de pérdidas sufridas por los pequeños ahorradores que prestaron los fondos, que a su vez permitieron a las instituciones de préstamo y ahorro, a las cajas de ahorro mutuo y a otras instituciones financiar los créditos hipotecarios.

Los pequeños ahorradores carecían de una buena alternativa, porque el Estado controla estrechamente los tipos de interés que estas instituciones pueden pagar a sus impositores en teoría para protegerlos.

Del mismo modo que el elevado gasto público constituye una razón del crecimiento excesivo de la oferta monetaria, también un menor gasto por parte del sector público contribuye a la reducción de dicho crecimiento.

Del mismo modo, en este caso la opinión pública tiende a comportarse egoístamente, a todos nos gustaría que el gasto público disminuyera con tal de que no sea el que nos beneficia. Todos queremos que los déficit disminuyan, pero mediante impuestos que graven a otros.

Sin embargo, a medida que la inflación aumenta, más tarde o más temprano daña de tal modo el tejido de la sociedad, crea tal injusticia y sufrimiento que surge un verdadero sentimiento popular para hacer algo a fin de reducir la inflación.

El nivel de aumento de precios que origina ese sentimiento generalizado de malestar depende principalmente del país en cuestión y de su historia.

En Alemania, esta reacción se produjo para un nivel de inflación bajo, debido a las experiencias terribles que sucedieron tras la primera y la segunda guerras mundiales; en Japón y en el Reino Unido, la reacción popular apareció cuando el nivel de aumento de los precios era mucho más alto; y en Estados Unidos de América, este sentimiento noha surgido aún.

Ahora bien, como el dinero adicional emitido es el equivalente a un impuesto sobre el dinero efectivo existente en la actualidad, si aquél hace aumentar los precios en 1%, entonces cada poseedor de dinero en realidad ha pagado un impuesto igual a 1% de sus tenencias de dinero.

Por tanto, es correcto lo propuesto por los citados autores en otra parte de su libro respecto a que se debe poner un límite a la emisión de dinero en circ ulación por arriba del aumento de la producción del año pasado.