Inclusión también significa exclusión
Los límites de las naciones, las comunidades o los grupos sociales que determinan la membresía también determinan la no-pertenencia. Dentro de las naciones, las comunidades o los grupos, algunas personas son incluidas, en tanto se excluye a otras que no encajan en la idea convencional acerca de quién es un ciudadano o una ciudadana. Las personas migrantes y apátridas son notables ejemplos de los peligros que representa vivir fuera de la ciudadanía nacional, pero también hay otras.
La exclusión de las mujeres de los derechos y obligaciones de la ciudadanía ha ocurrido, tanto en el pasado como hoy día, en la mayoría de las sociedades del mundo. Inmediatamente después de la independencia en los Estados Unidos, las mujeres casadas no existían en la ley como personas independientes pues se consideraba que estaban bajo la protección de sus esposos. Ellas no podían tener propiedades, hacer contratos o detentar la custodia de sus hijas e hijos (Kabeer 2002). En ese país, condiciones de facto tales como la falta de cuidado infantil y desigualdad económica significan que, en el caso de una gran cantidad de mujeres, tales impedimentos a la plena ciudadanía aún estén vigentes.
Los hombres que no encajan en los roles de género como ciudadanos también se enfrentan a la exclusión política y/o social. Como hemos visto, en varias construcciones de la ciudadanía las funciones de los hombres son definidas como guerreros, proveedores de la familia y políticos.
Entre los que quedan excluidos de tales definiciones se encuentran:
– pacifistas u hombres que se rehúsan a luchar en el ejército nacional o a hacer el servicio militar
– hombres migrantes, incluidos los que son traficados para trabajo explotador en maquiladoras u otros empleos feminizados tales como las tareas domésticas
– hombres que tienen relaciones sexuales con hombres
– trabajadores sexuales
Fuente: Informe general de género y ciudadanía. Bridge development-gender