Insultos, chistes y refranes
El ser humano vive y se realiza en un grupo social determinado en donde internaliza un conjunto de ideas, usos y costumbres del mundo que le rodea.
Estos juicios de valor se expresan, como hemos repetido hasta la saciedad, a través del lenguaje y específicamente por medio de nuestras actitudes lingüísticas. Así interiorizamos una manera de pensar de una forma determinada sobre la esencia de la mujer y del hombre: lo que supuestamente deben ser sus características típicas, sus funciones y papeles asignados en la sociedad y en la familia.
Existen términos llamados de doble norma o doble estándar porque son usados con diferente significado en función del sexo. De esta manera, se evalúan conductas, rasgos o situaciones idénticas con una carga positiva o negativa en función de que se apliquen a un hombre o a una mujer.
Ejemplos: hombre público/mujer pública, solterón/solterona, un profesional/una profesional, sargento/sargenta.
El lenguaje perpetúa los estereotipos sexistas a través de los calificativos y de las maneras de expresarnos y refleja la desigualdad tradicional con que la sociedad ha tratado a lo largo de la historia a mujeres y hombres. También existen términos que sufren degradación semántica y adquieren un sentido peyorativo al cambiar de género.
Ejemplos: Lagarto/lagarta, zorro/zorra, gobernante/ gobernanta, sargento/sargenta…
Los refranes, al igual que los ejemplos anteriores, han cumplido siempre la función de transmitir popularmente los valores y las normas sociales vigentes.
La dominación del hombre se ha presentado históricamente como una característica propia de su naturaleza viril. El modelo «legítimo» para el hombre es que debe de ser dominante, activo, independiente, agresivo… A la mujer, en cambio se la ha visto y tratado en muchos casos solamente en su función de madre, de educadora de los niños y organizadora y realizadora de los quehaceres del hogar y debe de ser subordinada, pasiva, obediente y frágil…
Veamos algunos refranes referidos a la mujer:
– A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena.
– Antes mujer de un pobre que manceba de un conde.
– De mujer que es madre, nadie nunca mal hable.
– Lo que la mujer no logra hablando, lo logra llorando.
– La mujer hilando, y el hombre cavando.
– La mujer sin hombre es como un caballo sin brida.
– La mujer honrada, la pierna quebrada y en casa.
– Dos hijas y una madre, pobre padre.
– La mujer y la sartén en la cocina están bien.
Y algunos otros referidos al hombre:
– Corazón cobarde no conquista damas ni ciudades.
– Cuando te vayas a casar manda a los amigos a otro lugar.
– Hombre sabio, de sayas no hace caso..
– Hombre osado es afortunado.
– Mi casa, mi mesa y mi mujer, todo mi mundo es.
– Marido celoso no tiene reposo.
– El día que te casaste, buena cadena echaste.
– Si quieres vivir en paz, deja a tu mujer mandar.
Como vemos, se trata de un modelo de comportamiento lingüístico de carácter patriarcal que se viene cultivando desde hace siglos y que hoy la sociedad moderna no logra todavía superar.
Fuente: Manual del lenguaje no sexista, Ayuntamiento de Leganés