Los límites de la racionalidad

A diferencia de lo que pensaban los economistas de la Escuela Clásica, el hombre no actúa en forma absolutamente racional eligiendo siempre la mejor alternativa, sino que se limita a tomar la mejor decisión posible para cada situación.

Una racionalidad objetiva implicaría que la persona amoldase su comportamiento a un modelo integrado por:

  • la visión de todas las alternativas de una forma panorámica, antes de la decisión
  • la consideración del complejo total de consecuencias que seguirá a cada elección
  • la elección, con los valores como criterio, de una entre toda la serie de alternativas. El comportamiento real posee muchos elementos de incoherencia que no se hallan presentes en ese cuadro idealizado.

En realidad, como dice Simon: “…el comportamiento revela “segmentos” de racionalidad, muestra una organización racional dentro de cada segmento, pero los segmentos mismos no poseen conexiones muy fuertes entre sí”. El comportamiento real no alcanza la racionalidad objetiva, por lo menos de tres maneras:

  1. la racionalidad exige un conocimiento y una anticipación completa de las consecuencias que seguirán a cada elección. En realidad, el conocimiento de las consecuencias es siempre fragmentario
  2. dado que las consecuencias pertenecen al futuro, la imaginación debe suplir la falta de experiencia al asignarle valores. Pero sólo es posible anticipar de manera imperfecta los valores
  3. la racionalidad exige una elección entre todos los posibles comportamientos alternativos.

En la realidad, sólo se nos ocurren unas pocas de estas alternativas posibles.