Cómo organizar el trabajo escolar en casa
El tiempo de estudio personal en casa debe ser planificado con criterios de economía de tiempo y de aprovechamiento eficaz. Conviene administrarlo como un bien limitado y escaso que vale la pena rentabilizar teniendo presentes algunos criterios básicos.
Además, como el horario se puede organizar con flexibilidad, vale la pena contar con la opinión de nuestros hijos para dar cabida a sus preferencias.
El tiempo que nuestros hijos dedican en casa al trabajo personal y estudio es untiempo que se comparte con las horas dedicadas al ocio o a actividades extraescolares afines a los intereses personales.
Cuanto más eficazmente aprovechen el tiempo de estudio, más tiempo libre obtendrán.
Y esto, aunque pueda parecer lo contrario, es deseable. Necesitan tiempo libre para descansar, para entretenerse en actividades lúdicas o culturales que les atraen, para jugar cuando son pequeños…
Aprendí esta lección, siendo padre novato, cuando una tarde, con lágrimas en los ojos, mi hijo se negaba a ir a cenar aportando una razón que por su propio peso se hundió en mi corazón: «…es que hoy no he podido jugar aún…» Era en su segundo curso de primaria.
Tiempo para trabajar y tiempo para disfrutar de la vida y de la compañía de los demás.
Es importante que desde el principio de curso quede establecido un horario de trabajo explícito que determine la hora de inicio y el tiempo de referencia que se dedicará al trabajo. Este tiempo no debería ser en ningún caso inferior al tiempo predeterminado.
Si algún día las tareas se acaban antes de tiempo, debería establecerse la costumbre de dedicarlo a la lectura recreativa o de repaso con el fin de evitar que, por acabar rápido su tarea, realice ésta de manera descuidada.
Al convertir estas circunstancias en costumbre, desarrollaremos en nuestros hijos algunos hábitos que, si se inician en los primeros cursos, quedarán muy arraigados y facilitarán su esfuerzo para el estudio.
Pero, si por un lado intentaremos que haga su trabajo bien hecho, también intentaremos que no dedique a éste más tiempo del necesario.
Por ello será un reto constante acabar la tarea en el tiempo de referencia preestablecido. En alguna ocasión, si se produce un desfase notable entre las referencias propuestas y la realidad de tiempo que usa nuestro hijo, vale la pena explicarlo a su profesor– tutor para valorar si dicho desfase es fruto de sus limitaciones o excelencias o de errores de planificación del profesor.
Aunque puede variar en función de la jornada escolar de los niños, el tiempo de referencia que podemos considerar como razonable en función de la edad, durante los cinco días hábiles de la semana, puede ser:
– Educación primaria (hasta los 12 años). El tiempo debería oscilar entre una media hora diaria en el primer curso y una hora y cuarto en el último curso.
– Educación secundaria (entre los 12 y 16 años). El tiempo oscilaría entre una hora y media en el primer curso y dos horas en el último.
Durante el fin de semana puede usarse algún tiempo como comodín para acabar algunas tareas. Puede ser útil como elemento compensador de las dificultades que pueda encontrar nuestro hijo.
Así, si su capacidad para el estudio es discreta y él está dispuesto a colaborar, puede conseguir alcanzar un nivel escolar más óptimo a base de dedicar un poco más de tiempo.
El horario de estudio de cada día conviene establecerlo de común acuerdo con nuestros hijos y muy especialmente si son adolescentes. Para decidirlo consideraremos, además del tiempo de referencia según su edad, las siguientes circunstancias:
– Las horas ocupadas por actividades habituales sujetas a horario, como pueden ser el horario escolar, las horas de comidas y cenas y la participación en actividades recreativas o de formación extraescolar.
– La alternancia de tiempos de trabajo y de descanso, de manera que el rendimiento del tiempo de estudio sea óptimo. Hay que evitar, por ejemplo, que haga sus deberes inmediatamente después de llegar del colegio. Vale la pena que descanse un rato.
– Que se distribuya a lo largo de todos los días de la semana para evitar acumular mucho tiempo en algún día, lo cual produciría seguramente una disminución del rendimiento.
– Evitar en lo posible que sea inmediatamente después de las comidas por la somnolencia que puede producir la digestión.
El horario establecido debe marcar una pauta lo suficientemente estable como para ser determinante en la creación de hábitos pero, a la vez, lo suficientemente flexible como para que permita a nuestros hijos acomodarse a diferentes contingencias que pueden presentarse a lo largo de las semanas.
En todo caso, debería ser más estable al principio y más flexible cuando el hábito de trabajo haya quedado establecido de una manera evidente.
Finalmente vale la pena establecer algunas costumbres sobre como distribuir el trabajo durante el tiempo de estudio. Son estrategias puntuales que pueden hacer más rentable el tiempo dedicado al estudio:
Antes de empezar, dedicar unos minutos, pocos, a decidir el orden en que se harán las diferentes actividades de trabajo o estudio si las hubiere.
Hacia la mitad del tiempo dedicado al trabajo, hacer una pausa de no más de cinco minutos para relajarse. Puede, por ejemplo, ir al lavabo, escuchar una canción, dar una vuelta por la casa, etc.
– Si ha de hacer más de una actividad, empezar dedicando unos minutos a la que resulte menos penosa, seguir con la que requiera más concentración y esfuerzo y dejar para el final, si las hubiere, otras que no necesiten mucha concentración.
– No aplazar las tareas hasta el límite del plazo de tiempo disponible para su finalización. Más bien distribuirlas según su dificultad a lo largo de los días y con la idea de hacerlas cuanto antes. Sigue siendo válida la frase popular «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy».
Fuente: solohijos.com