¿Qué papel juega la escuela, como institución, dentro de la sociedad?
Llegados a este punto, cabría preguntarse si desde la educación formal estamos proporcionando oportunidades para la innovación, es decir, oportunidades para que los jóvenes desarrollen la creatividad, el pensamiento divergente, la iniciativa y el emprendimiento. Más en concreto, la cuestión sería si estamos promoviendo un aprendizaje activo o seguimos tratando de transmitir saberes “cerrados” y verdades absolutas. La realidad nos muestra que los cambios sociales no han permeado de igual forma en el ámbito educativo.
Parece lógico, si analizamos la amplia tradición que la escuela tiene como único medio de acceso al conocimiento y al saber. Hace no muchos años, si querías formarte, adquirir aquellos conocimientos que eran imprescindibles para el aprendizaje y el empleo, la escuela era el único lugar, y el profesor, el único capaz de transmitirlos. Asimismo, como Marín, (2011) afirma, “todo ello se desarrollaba en un momento en que la familia era la principal transmisora de valores y la que participaba más activamente en la tarea de educar integralmente a los jóvenes”.
En la actualidad, un alumno no aprende solo del profesor ni solo en la escuela. Existen múltiples fuentes de información a partir de las cuales se adquieren aprendizajes (los medios de comunicación, el grupo de pares, la sociedad en general, etc.). Afortunadamente, el conocimiento hoy en día va siendo más fácilmente accesible para cualquiera, no estando limitado exclusivamente al ámbito de la educación formal. En este sentido aprender puede considerase, en la actualidad, como una verdadera actividad social.
Sin duda, la escuela ha desempeñado un importante papel, acorde con las demandas y necesidades de la sociedad en la que estaba inserta, es decir, la sociedad del siglo XIX. El problema se plantea cuando, dos siglos después, seguimos intentando formar en los mismos contenidos, con las mismas herramientas y metodología que antaño. Sin embargo, debemos ser optimistas y valorar los pasos que se están dando en dirección al cambio. Recientemente, en un texto de Julio Cabero se encontró una reflexión en la que analizaba el dicho ampliamente conocido sobre si un cirujano del siglo XIX entrase en un quirófano actual sería incapaz de trabajar, mientras que un profesor del siglo XIX se manejaría perfectamente en un aula actual. Sin embargo, Cabero consideraba errónea esta afirmación ya que en palabras del propio autor “es errónea por diversos motivos: los métodos y estrategias didácticas han variado, los contenidos se han visto transformados, los alumnos y sus experiencias vitales no son las mismas y las tecnologías han avanzado mucho”. Podemos considerar que la incorporación de las competencias básicas al currículo va en esta dirección.