La nueva taxonomía de los objetivos educativos

La Nueva Taxonomía de los Objetivos Educativos que proponen Robert Marzano y John Kendall se fundamenta en la propuesta presentada por Benjamin Bloom en 1956. Aunque la Taxonomía de Bloom sigue vigente en muchas prácticas educativas en la actualidad, se sabe que estudios científicos en el área de psicología de los últimos treinta años han clarificado aún más cómo se lleva a cabo el proceso de aprendizaje y por lo tanto cómo se estructura (Anderson, 1983 y LaBerge, 1995; en Marzano y Kendall, 2007).

Uno de los principios que fundamentan las variaciones que existen entre la Taxonomía de Bloom con la Nueva de Marzano y Kendall es lo que se entiende por dificultad para ejecutar un proceso mental. Se sabe que dicha dificultad es una función que se centra en dos factores: la complejidad inherente del proceso en términos de los pasos o fases que involucra y el nivel de familiaridad que uno tiene con respecto al proceso.

La complejidad de un proceso mental es invariable, el número de pasos para su ejecución no cambia. Sin embargo, la familiaridad sí cambia con el tiempo. Cuanto más familiar sea más rápido se ejecutará el proceso. Por esta razón se descarta que se pueda hablar de jerarquías en términos de dificultad (constructo manejado en la Taxonomía de Bloom). Lo que sí puede ser ordenado es hablar del proceso mental en términos de control, lo cual es esencial en la propuesta de la Nueva Taxonomía. Algunos procesos ejercen control sobre la operación de otros procesos. El modelo que sostiene la Nueva Taxonomía se presenta en la Figura 1.

Figura 1

El proceso presentado en la Figura 1 no sólo explica el proceso humano de decidirse o no a involucrarse en una nueva tarea en algún punto del tiempo. Esta Figura también explica cómo la información es procesada una vez que la decisión ha sido tomada. El modelo hace alusión a tres sistemas mentales: el interno (self), el metacognitivo y el cognitivo. El cuarto componente del modelo es el conocimiento. Cabe aclarar que se entiende por nueva tarea a la oportunidad de cambiar lo que uno está haciendo o atendiendo en un momento en particular. La decisión de involucrarse en la nueva tarea dará por resultado la activación de los demás sistemas en el orden presentado (interno, metacognitivo y cognitivo).

Es importante remarcar en este punto que el sistema interno (self) mantiene una interrelación entre creencias y metas (Csikszentmihalyi, 1990; Harter, 1980, Markus y Ruvulo, 1990; en Marzano y Kendall, 2007) y, además, es el punto que detona la motivación que la persona lleva a la ejecución de la nueva tarea (Garcia y Pintrich, 1991, 1992; en Marzano y Kendall, 2007). A mayor motivación es mayor la posibilidad de éxito. En cuanto al sistema metacognitivo, éste se encarga de establecer las metas a lograr a partir de la ejecución de la nueva tarea así como diseñar estrategias para su logro.

Es el sistema metacognitivo el que, una vez determinados los objetivos y estrategias, activa el sistema cognitivo. Este último es responsable del proceso efectivo de la información que es esencial para completar las tareas propuestas. Así, el sistema cognitivo permite realizar operaciones tales como analizar, inferir, comparar, calificar entre otras.

Fuente: Gallardo Córdova Katherina Edith, Manual Nueva Taxonomía Marzano y Kendall