El fracaso de los proyectos: causas

El proyecto, como cualquier otra actividad empresarial, se puede gestionar bien o mal. Una adecuada “gestión de proyectos” no resolverá todas las dificultades, pero invertirá la proporción entre éxitos y fracasos. Lo anteriormente expuesto explica que una gran parte de los proyectos resulten un fracaso en términos económicos, técnicos o de plazo. Si analizamos lo que ocurre a nuestro alrededor, sea en el ámbito empresarial o en el de las administraciones, observamos que los proyectos coronados con éxito son la excepción y no la norma, como sería deseable.

En el trabajo profesional se tiene la oportunidad, con frecuencia, de ver operar muchas veces los factores que conducen al fracaso de los proyectos, entre los que se encuentran los siguientes:

  • Ausencia total de planificación , lo que hace que las diversas tareas se vayan acometiendo desordenadamente y a medida que se presentan dificultades. Pese a que cada responsable actúa con celeridad cuando se le encarga algo, el proyecto acumula retrasos por falta de planificación y por la dificultad existente para tomar decisiones.
  • Las decisiones se toman en órganos colectivos , faltando una cabeza que dé unidad e impulse el desarrollo del proyecto.
  •  Los plazos son enormemente dilatados.
  • Las deficiencias de gestión no sólo desembocan en graves problemas de plazo sino en defectos de calidad.

Sería un error creer que la situación anterior es un caso aislado o extremo. Ocurre muchas veces que, si la gestión del proyecto es un fracaso, el plazo se multiplica por cuatro sobre lo que sería razonable; la calidad técnica es defectuosa; el coste de la inversión vale más ignorarlo. Pero no todo puede achacarse a la incompetencia o negligencia del personal; insistimos en que cada responsable actúa con celeridad cuando ha de intervenir. Lo que falla es el sistema. El proyecto requiere sistemas de gestión diferentes.

Todos hemos comprobado muchas veces que la mera acumulación de recursos no produce ningún resultado importante. Esto se produce precisamente porque interviene un factor especial, la gestión, que integra y armoniza el empleo de los diversos recursos y es decisiva y condicionante del resultado que dichos recursos puedan producir.

La metodología de la gestión de proyectos responde a estos conceptos y pretende integrar adecuadamente estos diversos aspectos.

La consecuencia, decisiva para tantas empresas y Administraciones, será que un buen uso de la variable gestión permitirá aumentar el grado de éxito de los proyectos y, paralelamente, reducir el número de casos en que la operación termina en un fracaso de consecuencias más o menos graves para la empresa o para la Administración; no hay que olvidar tampoco la gravedad que una mala gestión de los proyectos puede tener para los usuarios destinatarios finales del proyecto, que con frecuencia pagan la ineficacia de los gestores. Pensemos lo que supone que un centro asistencial se finalice seis años después de lo previsto, que una carretera permanezca en obras un año más de lo debido, un banco no pueda lanzar un nuevo producto porque no se ha finalizado la aplicación informática necesaria o que un juguete no esté a punto para lanzarlo antes de Navidad, sin contar con casos mucho más dramáticos como las personas que pueden morir por una carretera mal diseñada o una presa mal construida.

A la vista de todo lo anteriormente dicho, cabría pensar que, efectivamente, los proyectos están malditos y abocados al fracaso y que, por tanto, no vale la pena esforzarse por remar contra la corriente. Nada más lejos de la realidad. Insistiremos una vez más en que la “variable gestión” es decisiva. Los proyectos no están sujetos a ningún tipo de determinismo fatalista, lo que ocurre es que frecuentemente son mal gestionados.

Una adecuada gestión de proyectos no resolverá todas las dificultades, pero invertirá la proporción entre éxitos y fracasos: lo normal es que un proyecto bien gestionado sea un éxito. La excepción: que siempre existirá un proyecto que, a pesar de haber sido bien gestionado, acabe fracasando por su especial dificultad, por influencias del entorno o por imprevistos imposibles de dominar.

La regla:

Una adecuada gestión de proyectos no resolverá todas las dificultades, pero invertirá la proporción entre éxitos y fracasos.

La excepción:

Siempre existirá un proyecto que, a pesar de haber sido bien gestionado, acabe fracasando por su especial dificultad, por influencias del entorno o por imprevistos imposibles de dominar.