Introducción al acompañamiento del estudiante en un entorno virtual
Desde las primeras experiencias de formación en línea en educación superior, los entornos y los recursos con los que tanto profesores como estudiantes desarrollan sus tareas han cambiado sustancialmente. En una buena parte y desde el punto de vista de las posibilidades que encierran, esperamos que los lectores estén de acuerdo con la idea de que los entornos virtuales de enseñanza y aprendizaje han ido experimentando una cierta convergencia y homogeneización.
El desarrollo de estos diferentes entornos ha ido evolucionando hacia modelos que, aunque conservan sustanciales diferencias de diseño y estructura entre ellos, también van confluyendo en las posibilidades u opciones didácticas que ofrecen a sus usuarios. La separación entre los contenidos y recursos es cada vez menor. En la actualidad, todos los entornos disponen de espacios para los materiales de aprendizaje, ofrecen a los estudiantes herramientas para poder trabajar en grupo, permiten hacer un seguimiento y registro de la evaluación, etc.
En este sentido, es ya habitual que los entornos en línea integren algunas de las herramientas de la Web 2.0. (blogs, wikis, etc.), en las que se van fomentado las actividades del estudiante como productor de contenidos y protagonista del proceso de aprendizaje. Este tipo de actividades promueve a su vez la iniciativa y la proactividad que progresivamente el estudiante va integrando a su comportamiento y rol como estudiante en línea, tal y como hemos visto en el capítulo anterior.
Desde nuestro punto de vista y focalizando la atención en cómo el entorno virtual puede condicionar la metodología didáctica, las características generales de los espacios telemáticos de enseñanza y aprendizaje realmente ya no son tan distintas y, por lo tanto, serán otros aspectos, como el comentado anteriormente del cambio de rol del estudiante o el del profesor, los que diferencien unas y otras experiencias formativas.
También, la aparición progresiva y acelerada de nuevos recursos disponibles en Internet, así como la incorporación como parte del escenario de aprendizaje de dispositivos de comunicación que se están utilizando en procesos formativo (iPad, teléfonos móviles, PDA, lector de libros digitales, etc.), provocan cada vez más que las acciones pedagógicas traspasen las fronteras de una plataforma. Fijémonos en una idea importante que se desprende de este panorama. Quien aprende y con lo que se aprende no están ubica-dos ahora en un solo espacio (físico o virtual).
No sólo el conocimiento es distribuido, sino también el entorno de aprendizaje y los dispositivos que propician acceder a ese ecosistema de formación. De hecho, podríamos decir que para afrontar la tarea docente en este nuevo escenario, no es necesario, ni tampoco recomendable, que el profesorado espere a que las herramientas se adapten e integren en un solo espacio, aunque este sea virtual, entre otras razones porque no parece que esta situación vaya a ser la que represente con mayor probabilidad el escenario en un futuro próximo.
Pero lo más importante para el profesorado no es el entorno realmente, sino la forma de afrontar su tarea. Los docentes requieren encontrar el ansiado equilibrio entre el conocimiento por lo que se quiere enseñar y la pasión por el saber, y el entusiasmo por ayudar a aprender, el conocimiento de cómo aprenden los estudiantes y concretamente cómo lo hacen en un entorno en línea, los múltiples recursos y formas para promover ese aprendizaje, los diferentes modos posibles de organizar actividades y disponer los espacios, así como de evaluar procesos y productos, en este caso desarrollados en un entorno en línea.
Fuente: Bautista Guillermo, Evolución y retos de la Educación virtual, Construyendo el E-learnig del siglo XXI, Editorial UOC, Barcelona.