Competencias del rol del estudiante virtual

De entrada se podría pensar que el éxito al estudiar en un entorno virtual será resultado de:

  • Cómo afronta el estudiante las especificidades de aprender en línea.
  • Su resiliencia o capacidad para salir adelante a pesar de las dificultades,
  • La adquisición de experiencia en su viaje.

No obstante, hace falta algo más que esperar a ganar experiencia y pensar en enfrentarse a lo que encontrará en el entorno virtual de aprendizaje. Es necesario que el estudiante sea consciente de qué competencias precisa para cumplir su rol, y por lo tanto, debe tener información previa de cómo puede ser competente en las cuatro dimensiones competenciales del rol: la dimensión instrumental, la dimensión cognitiva, la dimensión relacional y la dimensión metacognitiva.

Ser competente en estas dimensiones quiere decir que lo que hacen los estudiantes sea visible, sea concreto, se manifieste en un producto o una acción. Quiere decir mostrar una competencia suficiente, según sus necesidades y para los objetivos formativos fijados en cada caso. Por supuesto, es mejor que sus competencias sean un poco más que únicamente «suficientes», pero con la palabra suficiente queremos decir significativas para el estudiante, adecuadas a lo que necesite y cuando lo necesite.

En primer lugar, nuestro estudiante virtual tiene que ser competente en el manejo instrumental de su entorno digital de aprendizaje, es decir, saber utilizar las herramientas y moverse con cierta comodidad por el entorno digital. De la misma forma que en un entorno tradicional hay que poder entrar en un aula y salir de la misma, escribir en la pizarra u orientarse por los pasillos con el fin de ir a la clase siguiente, en un entorno en línea se tiene que estar presente en las actividades de formación, se tiene que ir donde se encuentra lo que tenemos que hacer o utilizar, comunicarnos con quien haga falta, y muchas más acciones que podemos realizar con las herramientas digitales. Las habilidades digitales, la necesaria alfabetización digital, son los cimientos sobre los que se van construyendo las demás competencias. Por ello la competencia instrumental de los estudiantes no es la única ni la más importante.

Más allá de la necesaria competencia instrumental, el estudiante virtual pronto se centrará en otras dimensiones competenciales de su rol. Efectivamente, el estudiante virtual tiene que ser competente en adquirir conocimiento, tiene que tener una competencia cognitiva suficiente. Además de tener los conocimientos previos suficientes para estudiar un curso o unos estudios determinados, y de saber estudiar de manera independiente, la competencia cognitiva en un entorno digital comporta, también, saber distinguir la información y los contenidos que se necesitan de la gran cantidad de información y fuentes que están en todas partes. Además, ser competente en este sentido incluye asimilar y utilizar lo que es específico del ámbito o disciplina de nuestro aprendizaje, por ejemplo, la terminología habitual, los usos y costumbres, la presentación formal de los trabajos o de la información, la ética del ámbito concreto o la manera de citar las fuentes utilizadas.

La competencia relacional del estudiante virtual es otra dimensión competencial. Estudiar en un entorno digital implica tanto el trabajo personal como la colaboración con los compañeros y con la profesora. Ser competente en el rol de estudiante digital incluye ser competente socialmente, es decir, relacionarse con los compañeros con el fin de establecer una comunidad de aprendizaje mutuamente enriquecedora, ser competente en aprender tanto individualmente como en grupo, y también asumir una responsabilidad activa en el aprendizaje. Las características personales ayudarán o se convertirán en un obstáculo para el propio desarrollo: «¿soy una persona constante?»,«¿soy una persona organizada?», «¿podré superar las dificultades durante mis estudios?».

Finalmente, nuestro estudiante digital también tiene que saber reflexionar y autoevaluarse: «¿Cómo lo estoy haciendo?». «¿Dispongo de indicadores de mi progreso?». «¿Cuáles son?». «¿Debo asimilar alguna habilidad o aprender algo con el fin de conseguir mis objetivos?». «¿Qué planificación debo elaborar?». «¿Cuáles son mis motivaciones?». «¿Cómo puedo mantenerlas?». Dadas la proactividad, implicación y autonomía del estudiante digital, la competencia metacognitiva es clave. El estudiante digital tiene que ser estratégico, pensar en el «cómo» y en el «hacia dónde», es decir, autoevaluarse en las motivaciones, el ritmo de progreso o las metas alcanzados, y en hacia dónde dirige sus esfuerzos.

Las cuatro dimensiones de este rol son transversales a cual-quier estudio, ámbito o titulación en línea y conforman el modelo que proporciona las claves para un desempeño de calidad del estudiante virtual. Estas dimensiones son las que nuestro estudiante digital integra y utiliza a lo largo de su aprendizaje, sea cual sea el tipo de actividad formativa que realice. En qué grado el estudiante virtual será competente en cada dimensión, qué diferencias habrá entre ellas y lo consciente que será de ello dependerá siempre de sus circunstancias y necesidades. De hecho, una competencia no se alcanza completamente de una sola vez, es posible alcanzar distintas habilidades en las competencias según el momento y la necesidad. Por ejemplo, en el inicio de su primer curso, la dimensión instrumental se percibe como más importante porque sin una mínima habilidad en el uso de las herramientas telemáticas no se podrá mover por el entorno virtual. Más adelante ya no habrá que estar tan pendiente de esta dimensión, a no ser que haya nuevas herramientas o recursos tecnológicos con los que el estudiante tenga que familiarizarse para continuar su formación.

Los docentes y las instituciones tienen la responsabilidad de hacer que sus estudiantes sean conscientes de su papel de estu-diantes digitales, de las dimensiones de su rol, de lo que cada una comporta. Si se realiza una tarea previa en este sentido evitare-mos la desorientación del estudiante virtual, que muy a menudo progresa únicamente a través de la experiencia. Pensemos que si el entorno y las condiciones de formación cambian, los estudiantes tendrían que saber qué cambia en el rol que han asumido hasta ahora. Por otra parte, claro está que tener experiencia es clave, pero eso no conlleva que el estudiante digital novel tenga que comenzar su aventura sin instrucciones, sin saber qué hacer, confiado únicamente en adquirir experiencia a base de golpes y tambaleos.

Con una mínima preparación antes de empezar, el estudiante digital novel tendrá claro su papel porque éste estará formalizado, estructurado, y también se traducirá en unas evidencias coherentes con su competencia. Estas evidencias, es decir, estas competencias manifestadas en hechos y acciones y tareas concretas, son las que los demás verán. No es su trayectoria anterior ni las buenas palabras las que mostrarán la validez y competencia del estudiante virtual, sino los hechos, es decir, la calidad y oportunidad de sus mensajes, la ayuda y apoyo que dé a los compañeros, la presentación formal y la calidad académica de su trabajo, o su participación en el aula.

Fuente: Sancho Teresa, Borges Federico y Gros Begoña, Evolución y retos de la Educación virtual, Construyendo el E-learnig del siglo XXI, Editorial UOC, Barcelona.