La presencia de las nuevas tecnologías

Los nuevos medios demandan una nueva configuración del proceso didáctico y de la metodología. Estos nuevos accesos al conocimiento implican también originales propuestas metodológicas para el aprendizaje, en cuanto que las estrategias tradicionales quedan obsoletas, requiriéndose nuevas fórmulas organizativas. Todo ello presupone un nuevo rol del profesor que ha de responsabilizarse del diseño de situaciones instruccionales para el alumno y se convierte en tutor del proceso didáctico. En suma, se produce un cambio en el modelo didáctico-comunicativo, que pasa de ser básicamente unidireccional (el saber se encuentra en los libros o en el docente) a ser multidireccional, más abierto y flexible con diferentes puntos de información, posibilitando la ruptura de la clase como único espacio para el aprendizaje.

Por otro lado, más que en el aprendizaje como producto final, se incide en la trascendencia del aprendizaje como proceso, esto es, en las estrategias de procesamiento de la información, adaptación a las situaciones de aprendizaje, control de las propias capacidades y afectos…, a través de las que el sujeto aprende. Así, el profesor pasa de ser «el que enseña» (función mostrativa referida fundamentalmente a la organización y presentación de los estímulos), al que «facilita los aprendizajes», expresión ésta ambigua pero que define mejor su nueva función, ya que frente a la irrupción de múltiples fuentes de información desorganizadas, más que nunca se hace necesaria la reestructuración de todo ese saber para provocar aprendizajes de calidad. En la situación actual, las nuevas estrategias deberán considerar los ámbitos siguientes:

  • Fortalecer las dimensiones que ayuden a formar la personalidad. Esto conlleva que los estudiantes sean orientados hacia capacidades mediante procesos de aprendizaje como reconocer, valorar y actuar; también a descubrir los diversos métodos y formas de introducirse en los variados fenómenos mundiales.
  • Potenciar el desarrollo de las preferencias. Esto significa el cultivo de la autonomía y la necesidad de poner en práctica diversas estrategias formativas.
  • Enseñar técnicas de aprendizaje y estudio. Son necesarias para lograr las dos metas anteriores. Es importante enseñar estrategias de exactitud, trabajo bien hecho, constancia, sistematicidad.
  • Formar en competencias metodológicas. Lo que implica aprender a planificar, revisar los procesos. Es una misión importante enseñar métodos. El trabajo autónomo es en este sentido medio y objetivo.
  • Espacios para un aprendizaje autónomo y de interacción social. Trabajar en equipo, resolver problemas de forma cooperativa.
  • Apoyar la responsabilidad social.
  • Desarrollar coherentemente los planteamientos.
  • Acentuar las experiencias transversales a diversas áreas de conocimiento.

Estas metas o campos para las nuevas estrategias, en opinión de Wollenweber, deben tender siempre a una estructuración didáctica, clara, que lleve al tratamiento autónomo de las informaciones ateniéndose a las fases siguientes:

  • Reconocer, desarrollar, precisar, diferenciar las actividades.
  • Descubrir y utilizar fuentes de información.
  • Formas de recoger informaciones.
  • Selección crítica de las mismas.
  • Manera de conservar las informaciones.
  • Ordenamiento racional de las mismas.
  • Formas de aplicación y uso.

Fuente: Libro de Estrategias innovadoras para una enseñanza de calidad, autor Ma. Luisa Sevillano García, editorial Pearson.