Contexto social del simbolismo
Lo que une a los artistas es el deseo de crear una pintura no supeditada a la realidad de su momento. Rechazan lo que trae consigo la vida diaria: aglomeración, polución, actividad industrial…, odian la degradación y sienten frustración. Se busca en el pasado de la infancia aquello que no se encuentra en el presente. Esto genera una nostalgia de un mundo idílico, se buscan emociones primitivas, estados preconscientes, lo irracional…
También hay un sentimiento milenarista y una recuperación del sentimiento religioso (el positivismo, por el contrario elevó el cientifismo, y con ello el ateísmo). Aflora el interés por el cristianismo y por tradiciones diversas, religiones orientales, hermetismo, esoterismo… .
Se configura el tema de la mujer fatal. Surge la unión entre el Eros y el Thanatos y subyace una nueva relación entre sexos.
En líneas generales los simbolistas están más apegados a la tradición académica aunque pueden rechazar muchos de sus planteamientos. Se configura un nuevo sentido de la obra de arte a la que se concede carácter autónomo. Los simbolistas tienen en cuenta la función de poetas que habían conseguido el acercar la literatura a la música y habían liberado las palabras de su significado.
No es la primera vez que el símbolo tiene importancia en la pintura, ya fue importante desde el Renacimiento y también en el Barroco, pero en aquellas épocas había un componente más alegórico que implicaba la existencia del establecimiento previo de un mundo de significados. En lo finisecular, el símbolo puede remitir a aspectos asumidos pero también tiene carácter intrínseco, cada símbolo tiene concreción en la aportación subjetiva del espectador y del pintor; no hay lectura unitaria, puede remitir cosas distintas en los individuos.
Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres