Sillón
El confort del paciente es una motivación lógica al elegir un sillón odontológico, pero lo más importante es que el operador trabaje cómodamente en las posturas más utilizadas. El profesional debe tener en cuenta que el término «diseñado ergonómicamente» puede ser solo marketing. Es importante que los compradores entiendan los principios ergonómicos, los riesgos de las prácticas odontológicas y las necesidades individuales de las personas que utilizarán el equipo.
Se recomienda que para aumentar la privacidad el confort del paciente se ubique el sillón lo más lejos posible de la entrada, de espaldas a la puerta y mirando hacia las ventanas, si hubiese una dentro de la sala operatoria. En cuanto a la base, acorde con las características habituales de las bases para sillones, conviene que sea de poca altura para permitir el descenso del sillón a un nivel lo más bajo posible con el fin de adecuarlo a la posición sedente de trabajo. La circunferencia de la base no debe interferir en el desplazamiento de la banqueta ni en la posición cómoda de los pies del operador y del asistente. Se sugiere que los movimientos de ascenso y descenso del sillón insuman la menor energía física posible del profesional.
La altura mínima debe ser tal que, con el paciente reclinado con los pies en alto, las piernas del operador puedan ubicarse con comodidad debajo del respaldo. Los comandos que accionan los movimientos del sillín deben ser accesibles para el operador y el asistente desde su posición de trabajo y puedan estar colocados en la base o en el respaldo. Respecto del asiento, es preferible que el paciente esté ubicado sobre una superficie de curvatura anatómica y continua que le permita la sustentación total desde la cabeza hasta los pies. La curva anatómica correcta será aquella que le ofrezca un soporte óptimo con el mínimo de fatiga durante largos periodos de trabajo. La curva también puede ser articulada. El material de soporte debe ser mullido, firme y antideslizable.
En cuanto al respaldo, dentro de la curva contorneada, la parte que le corresponde debe tener el mínimo grosor compatible con su rigidez. El dorso del respaldo debe ser liso, sin que sobresalgan de él palancas u otros elementos que puedan constituir un obstáculo para las rodillas del operador o del asistente cuando trabajen con el paciente con los pies en alto.
En un respaldo de dimensiones correctas, la longitud debe superar levemente la altura del paciente promedio y prever la forma de acomodar a un paciente de menor tamaño y a uno de gran altura, lo que puede lograrse con el complemento de soportes para la cabeza o almohadillas o con adaptadores pediátricos para el sillón. Un respaldo muy largo dificulta el trabajo en posición de 12 horas. El ancho de la parte superior del respaldo debe permitir que el operador lo utilice como apoyo adicional para sus brazos. La forma del respaldo puede ser de mayor a menor, en dirección a la cabeza.
En lo que se refiere al cabezal, se recomienda incluir algún tipo de apoyo cómodo en la parte superior del respaldo que permita estabilizar la cabeza del paciente a la vez que posibilite los movimientos suficientes para maximizar el acceso. Este apoyacabeza debe desplazarse con facilidad en sentido vertical y lateral para que se le pueda acomodar a las distintas alturas de los pacientes y a las posiciones de trabajo.
Los apoyabrazos deben permitir un apoyo total y continuo de los brazos del paciente en cualquiera de las posiciones que adopte el sillón. Se sugiere que los apoyabrazos horizontales de tipo convencional, utilizables cuando el sillón está en ángulo recto, se transformen en superficies curvas o se complementen con ellas cuando el sillón adopte la posición más reclinada. Los apoyabrazos deben seguir las posiciones fisiológicas de los brazos del paciente en todas las posiciones del sillón dental.
Fuente: Libro de Operatoria Dental Barrancos Mooney 4ta edición.