Camille Pizarro
Pintor impresionista francés, cuya amistad y apoyo dio ánimo a muchos pintores jóvenes. Pissarro nació en Santo Tomás, Islas Vírgenes, y se trasladó a París en 1855, donde estudió con el paisajista francés Camille Corot. Asociado en un principio con la Escuela de Barbizon, Pissarro se unió más tarde a los impresionistas y tuvo representación en todas sus exposiciones. Durante la Guerra Franco – prusiana (1870-1871), vivió en Inglaterra y estudió el arte inglés, interesándose sobre todo por los paisajes de J. M. W. Turner.
En la década de 1880, desanimado con su trabajo, experimentó con el Puntillismo; el nuevo estilo, sin embargo, no cuajó entre los coleccionistas y galeristas, y tuvo que volver a un estilo impresionista más libre.
Las figuras de las campesinas serán protagonistas de numerosos cuadros de Pisarro en la década de 1880, sin preocuparse por su trabajo sino por la atmósfera y la iluminación. En esta cosecha de manzanas existe un cierto recuerdo a Millet al mostrar la labor de las mujeres situadas en una zona de sombra rodeada de varios espacios soleados.
Esa zona ensombrecida toma una tonalidad malva oscura, que contrasta con la claridad de los amarillos y naranjas del campo que la circunda. La iluminación provoca el abocetado de los personajes aunque apreciamos la perfecta volumetría de cada una de ellas, sin apenas perder la forma, al contrario que en obras como Isla Lacroix con efecto de niebla.
Pisarro empleará dos perspectivas para esta escena, recurso muy habitual en la pintura de Degas: la mujer del primer plano está vista desde arriba mientras que las que aparecen al fondo están en perspectiva frontal. La instantaneidad se transmite en la vitalidad de las figuras, cortando los planos pictóricos por influencia de la fotografía.
Estilo. Impresionismo Junto a la Primavera, el Otoño y el Invierno esta escena formaba parte de una serie dedicada a las cuatro estaciones que Pissarro pintó en 1872. El color amarillo domina una composición en la que el cielo tiene un importante papel, al situar la línea del horizonte a baja altura, presentando en esa zona la silueta del pueblecito. Las nubes crean un efecto de movimiento que otorga mayor viveza al conjunto, inundando la fuerte luz veraniega todos los rincones del lienzo para conseguir un efecto de gran realismo.
Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres