Los genes y nuestra descendencia
Es imposible que un gen, o un fragmento del mismo, ingerido en un alimento pase a formar parte de nuestro material hereditario y, por lo tanto, de nuestra descendencia.
Existen distintas barreras que impiden que el ADN que se ingiere con los alimentos llegue a incorporarse en nuestros cromosomas. La primera barrera se encuentra en nuestro aparato digestivo, donde el alimento se expone a la acción de los jugos gástricos que descomponen el ADN.
En esta etapa, los genes quedan fragmentados en unidades muy pequeñas perdiendo su capacidad informativa y sólo pueden ser considerados como meros componentes alimenticios. En el raro supuesto de que un material genético con capacidad codificante pudiese superar esta barrera hasta llegar al interior de una de nuestras células, aún le faltaría sortear muchas otras dificultades para poder incorporarse en nuestros cromosomas.
Para ello, el gen debe estar acompañado de unos sistemas/elementos reguladores muy precisos siendo muy difícil que pueda utilizar los elementos reguladores propios, si es que el mismo los transportaba, o que tras la inserción pueda adquirir estos elementos reguladores del propio cromosoma.
Para que el material genético ingerido sea heredable tiene que darse la circunstancia de que dicho material se inserte en el cromosoma de una de las células del sistema reproductor y que sea precisamente esta célula la que origine el óvulo o el espermatozoide responsable de la descendencia.
Fuente: Sociedad Española de Biotecnología