¿Es posible que un calentamiento global estimule el crecimiento de los bosques?

En este caso, la extensión de los bosques hacia latitudes altas y regiones de la tundra daría corno resultado una mayor fijación de bióxido de carbono de la atmósfera y una mayor acumulación de bióxido de carbono en el suelo.

Este tipo de transición es poco probable ya que se requieren siglos para que se desarrollen los bosques, especialmente donde los suelos son tenues y los nutrientes escasos; además, se requiere una estabilidad climática y una fuente de semillas.

Asimismo, existe la posibilidad de que la tundra y las planicies sin árboles, que se encuentran en el ártico y en las regiones subárticas, respondan a un calentamiento mediante un aumento en la producción de carbono, y su almacenamiento en forma de humus.

El tipo de respuesta dependerá, en gran medida, de la disponibilidad de agua; una tundra más húmeda podría almacenar carbono adiciona l en los suelos; una tundra más seca lo liberaría a través de la degradación de la materia orgánica en un suelo congelado durante largo tiempo o la mayor parte del año.

Las pruebas indican que bajo un rápido calentamiento planetario, la respiración aumentaría más que los índices de fotosíntesis. Estos cambios conducirán a una liberación adicional de bióxido de carbono y metano hacia la atmósfera.

Por otra parte, ¿cuáles serán las consecuencias de un calentamiento global continuo? En 1985, un grupo de meteorólogos se unió bajo los auspicios de la Organización Mundial Meteorológica y el Programa Ambiental de Naciones Unidas, y calcularon que, sin los mecanismos de retroalimentación respiratoria, el efecto combinado de los gases con acción de invernadero calentaría la Tierra en un promedio de 1.5 a 4.5 °C antes de la mitad de este siglo. La conclusión s e confirmó en una revisión escrita realizada por más de 50 científicos reunidos en Austria en 1987.

El calentamiento, a menos que sea detenido conscientemente por el esfuerzo humano, se sentirá rápidamente de manera diferencia l sobre la Tierra. Se espera que las temperaturas en el invierno, en las latitudes medias y altas, se eleven en más de dos veces del promedio mundial.

Si la temperatura media global (13 °C) se elevase de 2 a 3 °C, la temperatura en invierno aumentaría, por ejemplo, en una ciudad de Estados Unidos como Miniápolis, de 4 a 6 °C, o sea en un grado por década. Las temperaturas del verano también se elevarían pero en forma menos grave.

Un cambio de 1 °C en temperatura es equivalente a un cambio en la latitud de 100 a 150 kilómetros. Se espera que el borde entre un bosque y una pradera, que están ahora al sur y oeste de Minneápolis respectivamente, emigre hacia el norte un índice entre 100 a 150 kilómetros por década, o sea, entre 400 y 600 kilómetros para el año 2030.

Tales cambios van a ser difíciles para la mayoría de los habitantes del mundo:

1. Los cambios serán continuos y a menos que el calentamiento se detenga, los esfuerzos para adaptarse a los cambios climáticos muy seguramente serían la respuesta a condiciones que ya no existen.
2. Los cambios en el clima serán irreversibles para cualquier tiempo que nos interese.

No hay forma de enfriar la Tierra o de bajar el nivel del mar; no podemos regresar rápidamente a una atmósfera con concentraciones más bajas de gases con efecto de invernadero. Lo mejor que podemos hacer es reducir las emisiones actuales. Si esta medida se adopta inmediatamente, todavía puede esperarse un futuro calentamiento de más de 1 °C, por efecto total de los gases que atrapan el calor y que ya están presentes.

Aunque la mayoría de los datos modelados simulan una implicación del contenido de bióxido de carbono atmosférico, no existe una razón sencilla para aceptar que las concentraciones van a detenerse al doble de los niveles actuales. Las reservas calculadas de combustibles fósiles recuperables son suficientes para aumentar la concentración atmosférica del bióxido de carbono por un factor que va de 5 hasta 10.