El poder político, origen y legitimación

En el pensamiento político moderno, el poder fue entendido de diferentes maneras. El poder es una capacidad de la que se dispone o de la que se carece. Por otra, el poder es una característica inherente a las diferentes relaciones sociales que se dan dentro de una comunidad.

Finalmente, el poder se entiende como la función de una institución que, para ser legítima, necesita el consentimiento de aquellos sobre los cuales se ejerce: éste es el caso del poder político.

A la hora de definir el poder político, existen diferentes aproximaciones. Las definiciones más clásicas son las siguientes:

–  Para Hobbes, el poder consiste en la disponibilidad de recursos para obtener un bien o unos objetivos. Está en manos del Estado.

–  Según Weber, el poder es la capacidad de conseguir obediencia dentro de un grupo.

– Para Marx, el poder es la capacidad de una determinada clase social de imponer sus intereses sobre el conjunto de la sociedad.

– Según Lasswell, el poder es la capacidad para intervenir en los procesos a la hora de tomar decisiones.

– Para Dahl, el poder es una relación donde un sujeto o grupo de sujetos empujan a que otro sujeto o grupo de sujetos hagan algo que de otra manera no harían. Es el poder entendido como persuasión por parte de las autoridades ante la desidia de los ciudadanos.

El poder político sólo puede ser realmente efectivo si incluye el consentimiento de los gobernados. Para la filósofa Hannah Arendt, la supervivencia del poder está estrecha-mente ligada al grado de adhesión que logre suscitar y mantener en la ciudadanía.

Para ella, el poder no es nunca una propiedad individual. El poder pertenece al grupo y sobrevive sólo en la medida en que el grupo permanece. Distintos pensadores se refieren a tres clases de poder: inmediato, individualizado e institucionalizado.

–  Poder inmediato. Se impone a todos los miembros de la comunidad, pero nadie lo ejerce. Por tanto, se trata de un poder «de hecho», es decir, de un conjunto de usos, costumbres y pautas de comportamiento que obedecemos sin que nadie nos obligue.

– Poder individualizado. Se trata también de un poder «de hecho», pero que se practica individualmente. Éste es el caso del poder que ejercen los padres sobre los hijos, los profesores sobre el alumnado o los jefes sobre sus subordinados.

–  Poder institucionalizado. En líneas generales, coincide con el poder político. A diferencia de los otros dos poderes, éste es un poder «de derecho» que se basa en un proceso de adaptación de las normas a las necesidades del grupo. Se trata de un proceso histórico. Existen diferentes maneras de ejercerlo.