El Marxismo

No se puede estudiar la historia económica sin analizar el pensamiento del último economista de la escuela clásica, Karl Marx. Además, la economía marxista no tenía respuestas para los problemas prácticos a los que se enfrentaban a diario los economistas de cualquier sociedad. Este hecho es suficiente para explicar por qué muy pocos economistas académicos se hicieron marxistas.

Tal vez esta afirmación sea cierta, pero el hecho es que Marx ejerció una escasa influencia sobre el pensamiento económico a partir de 1870. Los economistas políticos clásicos consideraban que el problema económico principal consistía en predecir los efectos que los cambios en la cantidad de capital y trabajo tendrían sobre la tasa de crecimiento de la producción nacional.

Durante las tres últimas décadas del siglo XIX los marginalistas ingleses, austriacos y franceses, fueron alejándose los unos de los otros, creando tres nuevas escuelas de pensamiento.

La escuela austriaca se centró en el análisis de la importancia del concepto de utilidad como determinante del valor de los bienes, atacando el pensamiento de los economistas clásicos, que para ellos, estaba desfasado.

La escuela inglesa, liderada por Alfred Marshall, intentaba conciliar las nuevas ideas con la obra de los economistas clásicos. Walras, el principal marginalista francés, profundizó en este análisis estudiando el sistema económico en términos matemáticos.

Para cada producto existe una función de demanda que muestra las cantidades de productos que reclaman los consumidores en función de los distintos precios posibles de ese bien, de los demás bienes, de los ingresos de los consumidores y de sus gustos. Cada producto tiene, además, una función de oferta que muestra la cantidad de productos que los fabricantes están dispuestos a ofrecer en función de los costes de producción, de los precios de los servicios productivos y del nivel de conocimientos tecnológicos.

En el mercado, existirá un punto de equilibrio para cada producto, parecido al equilibrio de fuerzas de la mecánica clásica. En una economía con infinitos mercados el equilibrio general requiere la determinación simultánea de los equilibrios parciales que se producen en uno.

Las tres escuelas nacionales de pensamiento económico fueron acercándose poco a poco hasta crear una única corriente principal de pensamiento. De forma paralela el economista sueco Knut Wicksell y el estadounidense Irving Fisher, iban desarrollando una teoría monetaria, que explicaba cómo se determinaba el nivel general de precios, diferenciándolo de la fijación individual de cada precio.

Los economistas de la escuela histórica rechazaban la idea de crear una economía en términos abstractos que se basaba, en lo esencial, en supuestas leyes universales; consideraban que era necesario estudiar los hechos concretos en cada contexto nacional.

La economía institucionalista, definida en sentido estricto, se refiere al pensamiento económico estadounidense asociado con las ideas de economistas como Thornstein Veblen, Wesley Clair Mitchell y John R. La esperanza en que la economía institucionalista pudiese crear una nueva ciencia social interdisciplinaria desapareció muy pronto, aunque el espíritu del institucionalismo sigue vivo en obras como La sociedad opulenta (1958) y El nuevo Estado industrial (1967) de John Kenneth Galbraith.