La competencia imperfecta o monopolista
Volviendo sobre las nuevas ideas que comenzaron a surgir durante la década de 1930, la teoría de la competencia imperfecta o monopolista, vemos que todavía hoy sigue siendo una teoría polémica.
Los primeros economistas se habían centrado en el estudio de dos estructuras de mercado extremas, el monopolio, en el que un único vendedor controla todo el mercado de un producto y la competencia perfecta, que se caracteriza por la existencia de muchos vendedores, muchos compradores que disponen de toda la información necesaria sobre el mercado (información perfecta), y la existencia de un único producto homogéneo en cada mercado.
La teoría de la competencia monopolística reconocía una amplia variedad de estructuras posibles para un mercado, estructuras intermedias a los dos extremos anteriores, entre las que se incluyen las siguientes:
1) los mercados en los que operan muchos vendedores pero cada uno vende un producto diferenciado, con un nombre de marca para distinguir sus productos, ofrece distintas garantías y diferencia sus productos con distintos empaquetados, lo que hace que cada consumidor considere que su producto es único y totalmente distinto de los demás;
2) el oligopolio, que son mercados dominados por unas pocas grandes empresas; y
3) el monopsonio, que es un mercado caracterizado por la existencia de muchos vendedores pero un único comprador que puede imponer sus condiciones sobre precios, cantidades y características del producto.
Se puede decir que Keynes es el único economista que ha creado algo nuevo en esta ciencia desde Walras o, incluso, desde Ricardo. Pero uno de los discípulos de Keynes, Roy Harrod, desarrolló un modelo macroeconómico simple en el que se estudiaba el crecimiento de la economía; en 1948 publicó su libro Hacia una economía dinámica, que creó una nueva especialidad, la teoría del crecimiento, la cual ha ido ganando adeptos entre los economistas.