Pasando de la I+D a la I+D+C
Diversos estudios han señalado que el éxito en una inversión en I+D deriva de ser innovador en toda la cadena de valor. Dicho de otra forma, el éxito no se debe a inventar nuevos productos o servicios, ni siquiera a saberlos desarrollar, sino a hacerlo y además ser capaz de convencer al mercado de que lo que propones es interesante, útil, le aporta valor.
Parece no haber una relación estadística significativa entre gasto en I+D y buenos resultados económicos, sino que, más bien, las empresas que sacan partido de su inversión en I+D acostumbran a disponer de una habilidad distintiva en el mercado (por ejemplo, son muy rápidas en la invención de servicios, como Google), y al mismo tiempo aplican la innovación a toda la cadena de valor.
Así, la rentabilidad en innovación surge de proyectos en los que se combinan las capacidades de profesionales del diseño, operaciones, y relacion con el cliente.
En forma resumida, podríamos decir que el éxito en I+D proviene de añadirle la C de cliente. El éxito no está en la I+D, sino en la I+D+C.