Pensamiento constructivo
El psicólogo cognitivo e investigador Seymour Epstein es el autor de un libro llamado Contructive thinking: the key to emotional intelligence (Pensamiento constructivo: la clave de la inteligencia emocional) en el que habla de dos sistemas de pensamiento: la inteligencia racional (el CI) y la inteligencia experiencial, que está relacionada con la experiencia de las emociones y abarca tres tipos de inteligencia (emocional, social y práctica).
El pensamiento constructivo es el pensamiento de la inteligencia experiencial y en los estudios realizados por Epstein y sus colaboradores han visto que está relacionado con el éxito en el trabajo, la salud física, el ajuste emocional, el éxito en las relaciones personales y una mayor satisfacción en la vida en general.
La inteligencia racional: Es la que todos conocemos desde hace tiempo y a la que nos referimos cuando hablamos de cociente intelectual o CI. Tradicionalmente, se ha concedido más importancia a este tipo de inteligencia. Sin embargo, se ha visto que un CI alto no garantiza el éxito en la vida, las relaciones o el trabajo. Para eso hacen falta otro tipo de habilidades, que son precisamente las relacionadas con la inteligencia experiencial.
No obstante, es verdad que un CI alto y una alta inteligencia experiencial siempre pueden ayudar a lograr un mayor éxito que un CI bajo y una alta inteligencia experiencial. Funciona siguiendo reglas establecidas, es lenta, consciente, analítica, lógica. Es la que utilizamos, por ejemplo, para hacer un cálculo matemático.
La inteligencia experiencial: Se basa en la experiencia vivida, es automática, preconsciente, rápida, fácil y está relacionada con las emociones y la personalidad. Se basa en aquellos pensamientos que aparecen en nuestra mente de manera automática ante cualquier acontecimiento de nuestra vida, y en modos más generales de ver el mundo, a nosotros mismos y a los demás, aprendidos en la infancia y a lo largo de nuestras vidas y experiencias y que forman parte de nuestra forma de ser.
Por ejemplo: «Pienso que no se puede confiar en nadie» o «Pienso que en el fondo todo el mundo es bueno». La inteligencia experiencial funciona por asociaciones en vez de por lógica, estableciendo relaciones entre acontecimientos que tienen una fuerte carga emocional. Es decir, si un acontecimiento sigue a otro, significa que el primero ha causado el segundo. Por ejemplo, cuando Javier tuvo un gran éxito en una reunión de trabajo el día que se puso su camisa amarilla, después se ponía siempre esa camisa cuando tenía una reunión importante. Por supuesto, su mente racional le decía que eso era una tontería, mientras que su mente experiencial le estaba diciendo lo contrario.
Por lo general, ambas mentes trabajan unidas, de modo que no nos damos cuenta de su existencia, excepto en los momentos en los que existen contradicciones entre ambas. Es decir, cuando la cabeza nos dice una cosa y el corazón otra distinta.