El traje
La moda no tiene nada que ver con el buen gusto y la distinción. El buen gusto es el sentido selectivo, estético y sensibilidad, a diferencia de la moda que es algo versátil y caprichoso que pasa rápidamente y que lo que de ella queda por estético o porque la expresión del período es clasificado luego por el tiempo o se pierde. La moda es reflejo de la actualidad en gustos y productos de unos cambios generados por la evolución social, económica y política.
Para poder seleccionar y crear, primero hay que conocer y aplicar los fundamentos del dibujo, tanto en la figura como en el traje, es preciso juzgar con acierto sobre materiales y texturas y se ha de estar en posesión de una gran sensibilidad para el color y poner todos los sentidos en el estilo.
Las personas con gusto selectivo no se dejan sugestionar por los dictados de la moda, solamente aceptan aquellos que están de acuerdo con su personalidad y propias características que son las que imponen el traje, elementos y accesorios adecuados y la línea, forma y color más convenientes y atractivas.
El traje sin un concepto estándar y ajustado a características de la individualidad, conociendo bien la figura, los esenciales fundamentales de la estética, la corrección de imperfecciones o defectos por medio de recursos lineales o de forma y todos los factores de tejido, textura, color, complementos y cómo deben ser utilizados en cada ocasión.
La industria del vestido se rige en grandes mercados, por encuestas que dan a conocer el gusto y necesidades del comprador medio y basando en aquellas, se forman planes y hacen provisiones para la temporada próxima. Para anticipar lo que se va a vender son consideradas las tendencias internacionales sobre línea, forma, colores, tejidos, texturas y detalles, también de las estadísticas de la misma época anterior, llevándose a cabo un análisis de las necesidades o gustos de los diferentes sectores compradores sobre formas, materiales y características. En base a estos estudios la industria del vestido hace sus previsiones, cálculos de estilos, colores, tamaños y precios, y formula sus pedidos a los fabricantes de sus materias primas. De la misma forma los fabricantes de accesorios y complementos tienen que desenvolverse de acuerdo con la moda y colaborando con los rectores de ésta, sus previsiones van siempre en niveles paralelos.
El factor más importante para la valoración de la persona, es su aspecto ante los ojos y el juicio ajeno, para esto hay que saber vestir bien. Para vestir bien debe llevarse ropa que este en relación con la personalidad y edad, que sea adecuada a la ocasión y con un color, tamaño y corte correctos y adecuados. Muchas personas en edad madura tienen la pretensión de llevar trajes juveniles, o personas de complexión robusta y baja estatura desean portar los trajes que aparecen en las revistas y que son vestidos por modelos de figura delgada y alta.
Los trajes que se van a utilizar en la tarde o el trabajo deben estar caracterizados por la sencillez y comodidad; mientras que en las cenas amistosas o informales son mejores los trajes discretos y sin artificio; los trajes de noche requieren de lujo y texturas ricas, con joyas valiosas. La adecuación de la cualidad de la textura tiene gran importancia en la impresión de la figura. Los tejidos blandos y mates suavizan los rasgos de la cara, mientras que los duros y brillosos los endurecen. Los trajes de tarde o tipo sastre requieren tejidos rígidos con textura intermedia, en los vestidos sueltos y cuyos pliegues caen son más indicados los flexibles y suaves. La ropa interior siempre debe ser fina y amoldada al cuerpo para que no se marquen en las prendas exteriores.
En las prendas los cuellos y escotes son utilizados para rectificar los defectos de la estructura, como la forma del cuello. En realidad cualquier complemento decorativo del traje debe de dar la impresión de que forma parte de éste y no es algo añadido que sobra. Los dibujos, bordados, botones y cualquier tipo de adorno debe estar a una escala proporcionada, es decir, que no sean muy grandes ni muy pequeños, y deben estar situados en partes de la estructura que exija un refuerzo o una nota distintiva, es decir para que le den vista. Los adornos deben ser equilibrados para evitar que la impresión de que una parte pese más que otra y de que se manifiesten intervalos o espacios que sean muy iguales o que estén muy dispersos. Las líneas y formas que se utilizan en los diversos adornos, según estén dispuestas y combinadas, producen efectos muy diferentes.
El traje y el individuo forman un todo, manifiesta lo que éste es y aún lo que pretende ser y puede servir para atraer o rechazar, embellecer o afear, presentarnos tal como somos o disfrazarnos, es capaz de hacer más evidentes las ualidadesc y defectos u ocultarlos o modificarlos por una serie de efectos ilusorios.
Conociendo los efectos ilusorios que pueden lograrse jugando con las líneas, será mucho más fácil rectificar una falsa o inconvenientlínea de la figura o del rostro y anular todo defecto o imperfección, transformándolo hábilmente.
La elegancia no es solamente distinción y estética, sino conocimiento de características buenas o malas y de habilidad para destacar las primeras y ocultar o disimular las segundas. Una figura puede parecer más alta y delgada o más baja y gruesa, según ya sabemos, se empleen el dominio de las líneas verticales u horizontales: ensanchando los hombros podrá parecer más estrecha la cintura y comprimiendo aquellos que están más anchas, etc.
La modificación de las apariencias es muy evidente en la Historia del Traje: cada tendencia en un periodo se justifica por un deseo de modificar el aspecto. Las siluetas estrechas con traje ceñido, las anchas con faldas ampulosas, los sombreros pequeños y grandes, los peinados de forma reducida y los voluminosos, los tacones altos y bajos no tienen un propósito puramente estético, sino que conducen a un fin ilusorio o de apariencia.
Las proporciones armónicas.- En la primera parte hemos estudiado las proporciones ideales y así conocemos que la cabeza está dividida en tres partes principales por las líneas de cejas y de nariz. Estas partes, para que sean armónicas, habrán de corresponderse y tener la misma importancia cada una, para que el conjunto produzca aquel efecto que más se aproxime a la perfección.
La proporción del cuerpo debe ser ajustada a la regla de oro y estar en relación al módulo de ésta con la altura de la figura. La parte mayor (A) es la medida del talle o cintura al suelo, y la menor (B) corresponde a la del punto más alto del cráneo a la cintura.