Actos educativos

Nos encontramos frente a un acto educativo cuando alguien –un docente– desea educar, y otra persona –un alumno– desea recibir la educación. Esta sinergia de deseos es un requisito sinequanon para que la educación sea posible.

De otro modo nos enfrentaríamos a fenómenos como el condicionamiento, la repetición carente de contenido y otro tipo de situaciones similares entre las personas oficialmente etiquetadas como docente y alumno.

El docente siempre necesita del alumno y viceversa. Si no tiene un alumno a su alcance, el docente intentará despertar el deseo de aprender en cualquier persona que esté a su alrededor. Esto se logra despertando o invocando, del modo que sea, la curiosidad, la ambición, la sed de información, o simplemente de entretenimiento, en otra persona.

Cualquier estrategia o mecanismo que sirva en esta dirección es útil y válido.

Por otra parte, un alumno con verdadero deseo de aprender buscará siempre un docente. Si no tiene un docente a su alcance, el alumno encontrará cualquier persona que pueda enseñarle lo que desea saber. Si no hay nadie en absoluto que pueda servir como docente, el alumno encontrará alguna forma de sustituir al docente por una fuente de conocimiento interna, aunque sólo sea intuitiva.

En cualquier acto educativo podemos distinguir tres facetas: en-cuentro, comunicación e interacción.

1. El encuentro consiste en una reunión en persona, cara a cara; una situación en la que uno se encuentra frente a otros individuos y siente el deseo de relacionarse con ellos de alguna forma.

2. La comunicación es un intercambio de mensajes entre dos o más personas que expresan sus sentimientos, pensamientos e intenciones de forma recíproca.

3. La interacción es un proceso en el que dos o más actores (en nuestro caso, un docente y un alumno) afectan de alguna forma las acciones y el comportamiento del otro, como resultado de un intento de alcanzar ciertos objetivos por medio de un trabajo conjunto.

Por definición, cualquier interacción genera información, si bien no toda la información generada en esas instancias necesita ser comuni-cada. De hecho, parte de esa información puede ocultarse de forma intencionada. Un actor puede incluso buscar, descubrir y recabar la información que otro actor deseaba ocultar.

A veces es difícil trazar una línea precisa entre comunicación e interacción. Por ejemplo, si en el contexto de una clase de idioma (especialmente de los aspectos retóricos) el docente utiliza expresiones verbales para ejemplificar formas de argumentación, los límites entre la comunicación y la interacción se confunden.

Al analizar los patrones de comunicación inherentes a las tradiciones culturales europeas (especialmente las tradiciones educativas) muchos autores han notado que es común que en nuestra sociedad exista un tipo de interacción y de comunicación basado en el control, las evaluaciones oficiales y la amenaza con un castigo. Fuente: Libro de las Tecnologías de la información y la comunicación en la enseñanza de la UNESCO.