Cómo articular la evaluación de los recursos y de las competencias
Cómo articular las dos partes de la evaluación? Más precisamente, ¿qué destino, reservar a la evaluación del dominio de los recursos?
Se pueden considerar diversas hipótesis:
1. Una evaluación “escindida”: por una parte, se evalúan diversos conocimientos y saber-hacer de los alumnos; por otra, se evalúan los niveles de competencia alcanzados en las tareas complejas, sin que los primeros Sean los recursos implicados en los segundos.
Para no abrir demasiado la puerta a la restitución, hay que precisar, entonces, la ponderación de las notas de cada una de las dos partes. Tampoco esta cuestión ha sido debidamente abordada hasta el momento. Algunos textos oficiales establecían tan sólo un porcentaje.
Una directiva ministerial concerniente a las lenguas germánicas en la enseñanza organizada por la Comunidad francesa estipula que la parte de los puntos reservada a los conocimientos y a los saber-hacer sobre el dominio lingüístico no puede ser de más de 20% del total de los puntos; el resto se atribuirá a las competencias.
En el grado inferior, el programa de francés como lengua materna de la misma red recomienda reservar 40% a la evaluación de los conocimientos y de los saber-hacer y 60% de los puntos a la evaluación da las competencias.
2. Una evaluación integrada: en esa segunda hipótesis, se realiza un balance global. Es difícil, entonces, aislar claramente el dominio de los recursos. En ese caso, ¿cómo efectuar un diagnóstico pertinente?
3. Una evaluación semiintegrada: en esta solución intermedia se evalúan, además del nivel de competencia, los recursos en relación con las complejas tareas para las cuales deberán o han debido o deberían ser movilizados.
Mostremos estas tres posibilidades mediante un ejemplo (voluntariamente resumido) de una prueba de francés.
Evaluación integrada:
El alumno debe comparar un texto de Víctor Hugo con uno de Baudelaire, y explicar, justificando, cual, en su opinión, es el más típicamente romántico.
Aquí el profesor tendrá, sin duda, ciertas dificultades para diferenciar si el alumno no pasa la prueba, entre las distintas lagunas posibles: ¿desconocimiento de lo requerido sobre el romanticismo? ¿Incapacidad para “leer” correctamente los dos textos? ¿Incapacidad para unir conocimientos previos requeridos y sus formas concretas en un texto?
Evaluación escindida:
El alumno debe, por una parte, dar prueba de sus conocimientos sobre la novela de comienzos del siglo XX y, por otra, comparar un texto do Víctor Hugo con uno de Baudelaire desde el punto de vista de su carácter romántico.
No hay ningún nexo entre las dos partes de la prueba: las cuestiones de restitución no dependen, para nada, de los recursos necesarios para realizar la tarea. Ese modo de evaluación no aporta mas información de naturaleza diagnóstica que el anterior.
Evaluación semiintegrada:
La tarea sigue siendo la misma, pero al alumno se le interroga también sobre las características significativas del romanticismo.
El profesor puede distinguir aquí lo que depende de los recursos y lo que concierne a la resolución de la tarea.
Observemos que si durante la misma prueba se plantea la cuestión de la restitución, esta ayudará al alumno a reunir sus conocimientos de manera organizada. A nuestros ojos, eso no constituye un proceso de apoyo, pues éste sólo puede concernir a la orquestación de los recursos.