Transformación de la práctica educativa mediante el aprendizaje

Gardner (1991), en su libro The Unschooled Mind, comenta que, sin que haya necesidad de asignarles una calificación, todos los niños normales adquieren el idioma que hablan en su entorno. Más sorprendente aún es el hecho que niños muy pequeños que viven en un ambiente políglota pueden dominar varias lenguas. También sin gran ayuda formal los niños aprenden a cantar canciones, montar bicicletas, bailar, recordar cosas que vieron en su casa, en la carretera o en el campo.

Además ”aunque esto es menos visible” desarrollan poderosas teorías acerca de cómo funcionan el mundo y la mente. De alguna manera, el aprendizaje natural, universal o intuitivo que ocurre en la casa o en el ambiente inmediato del niño en los primeros años de su vida, parece de un orden diferente al del aprendizaje escolar que se requiere a través del mundo letrado.

El mismo autor se extraña de que la misma persona que aprendió uno o varios idiomas y que construyó teorías acerca de cómo funciona el mundo, cuando es mayor pueda ser incapaz de resolver problemas básicos y preguntas elaboradas de maneras ligeramente diferentes a aquéllas con las que han sido instruidos y evaluados formalmente. Un ejemplo típico es el de pedir a los alumnos que nos digan cuántas fuerzas están actuando sobre una moneda que ha sido aventada hacia arriba y que ha alcanzado la mitad de su trayectoria: lo que solemos encontrar es que no utilizan los principios de la física para explicar el fenómeno, sino que recurren a explicaciones intuitivas.

Gardner también señala el hecho de que aun los alumnos de un curso de historia que pueden comentar en detalle las causas complejas de la Primera Guerra Mundial, explican los eventos actuales en términos de «los buenos» y «los malos», evidenciando la falta de extrapolación de una situación a la otra. ¿Qué pasa con la escuela, que no está logrando que los alumnos apliquen apropiadamente los conceptos y principios aprendidos a distintos problemas y preguntas que se les plantean por primera ocasión?

Quizá la respuesta se encuentre en el método pedagógico que se sigue en la mayoría de las escuelas: la repetición de datos hasta su memorización momentánea y la repetición de procedimientos hasta su mecanización. 

Los prácticas educativas actuales tienen razones históricas más que pedagógicas; en ocasionesn los maestros se limitan a traducir para los alumnos lo que está escrito en los textos a un lenguaje oral y a dictarles resúmenes y cuestionarios para que los memoricen para el examen. Este método, que se justificaba cuando los libros eran escasos, no tiene razón de ser cuando cada niño cuenta con los textos sobre los cuales debe trabajar. Se suele imponer a los alumnos la pesada carga de estar seis horas diarias atendiendo el discurso del maestro y llenando cuadernos de trabajo, además de que se les deja trabajo adicional igualmente irrelevante para una hora o dos en casa.

Tanta devoción a la memorización de datos da un resultado paradójico: los alumnos aprenden una cantidad sorprendentemente pequeña de información y se quedan con una comprensión superficial de los fenómenos que estudian. No podría ser de otra manera, dada la irrelevancia de los contenidos y los métodos que se utilizan para enseñarlos. Por ejemplo, los alumnos tienen que aprender la clasificación de las hojas según su forma y tipo de bordes; además de la inutilidad de este conocimiento para la mayoría de los alumnos en el corto y largo plazo, el método utilizado es absurdo: memorizar los nombres de las clasificaciones y ver dibujos que representan algunos ejemplos de las categorías. Sin que este contenido deje de ser irrelevante, cuando menos se podría llevar a los alumnos al jardín para que, de manera inductiva, descubrieran que las hojas de las plantas tienen similitudes y que por lo tanto podrían agruparse. Aunque la idea del aprendizaje inductivo no es nueva, es poco común que los maestros utilicen tal tipo de enseñanza.

Claro que en la escuela no sólo enseñan datos para memorizar, sino tambiénhabilidades que quizá el alumno nunca utilice, como la multiplicación y división de fracciones, la raíz cuadrada, etc. Estas actividades se enseñan al margen de cualquier utilidad práctica, y se espera que mediante la repetición de ejercicios los alumnos lleguen a dominar tales procedimientos. ¿Para qué?

Autor: Luis Felipe Gómez: Coordinador de la Especialidad en Educación Cognoscitiva y profesor numerario del ITESO.