Introducción a las corrientes y vanguardias de la primera parte del siglo XX
Mientras tanto, el ambicioso capitán de marina estadounidense Robert Peary se había empeñado en llegar al polo norte, a donde proclamó haber arribado en abril de 1909. Otro estadounidense, Frederick Albert Cook, pedía que se le reconociera que él había llegado antes, en abril de 1908. Lo cierto es que tanto Peary como Cook habían exagerado sus logros o, por lo menos, se habían equivocado al calcular sus coordenadas, aunque, ciertamente, Peary llegó hasta un lugar más cercano al polo. La primera confirmación fiable de la llegada al polo norte de una expedición es la de Wally Herbert, durante su Expedición Transártica de los años 1968-1969.
Con respecto a la Antártida, entre los esfuerzos realizados por diferentes países europeos a principios del siglo XX destaca la que probablemente fue la más famosa de todas las expediciones a la zona, la dirigida por elcapitán Robert Falcon
Scott entre 1901 y 1904 con la nave Discovery, llevando a cabo un importante trabajo científico. Y, también, la expedición Nimrod, 1907 – 1909, que a las órdenes de Ernest Shackleton se adentró hasta casi el polo sur. La segunda expedición de Shackleton, en 1914, fue todo un milagro de supervivencia después que la embarcación se hundiera y quedara atrapada en el hielo; la tripulación tuvo que cruzar el helado y tormentoso océano Glacial Antártico en un bote y, cuando consiguieron llegar a tierra, a las islas Georgias del Sur, atravesar los glaciares de la deshabitada isla en busca de auxilio, hasta que fueron finalmente rescatados.
La exploración antártica culminó en la famosa carrera que tuvo lugar entre 1911 – 1912. Cuando la expedición de Scott llegó al polo sur, encontró la bandera noruega y un mensaje de su rival, el explorador Amundsen, que había llegado cinco semanas antes. Amundsen consiguió su propósito gracias a un meticuloso plan de viaje, en el que utilizó perros esquimales para los trineos. El plan consistía en sacrificar algunos de los animales cada cierto tiempo y de esta forma poder alimentar a los animales supervivientes.
Cuando Edward Whymper, con un equipo de escaladores vestidos con trajes de lana, consiguió escalar el pico monte Cervino en 1865, nació una nueva modalidad de exploración, la deportiva. Durante décadas Whympers escaló en los Andes y, durante todo el siglo XX, los montañeros han escalado cumbres de todo el mundo.
Los primeros intentos de escalar el monte Everest correspondieron al Club Alpino y a la Real Sociedad Geográfica. George Leigh Mallory y Andrew Irvine desaparecieron en 1924 cuando estaban cerca de llegar al punto más alto de la Tierra. En la década de los años treinta, Bill Tillman y Eric Shipton se adentraron en muchos de los escondidos valles del Himalaya, que ahora son centros importantes de escalada para montañeros profesionales. Por aquel entonces, muchos expertos aseguraban que era físicamente imposible que los hombres pudieran escalar el Everest. Tales expertos se quedaron completamente desconcertados cuando, el 29 de mayo de 1953, la expedición que dirigía John
Hunts consiguió que dos de sus miembros, Edmund Hillary y Tenzing Norkay, alcanzaran la cima. A partir de 1953, los montañeros han conseguido cada vez más sorprendentes hazañas. Aunque han contado con la ayuda de unas comunicaciones más fáciles, unos equipos más completos y sofisticados, una técnica más depurada y un mejor entrenamiento, es indudable que no se les puede negar el coraje y la resistencia que los sitúa por delante incluso de sus predecesores. El genial Reinhold Messner y Peter Habler consiguieron, en 1978, escalar el Everest sin llevar botellas de oxígeno. En la actualidad, no queda un solo risco del Everest que no haya sido escalado, fotografiado y cartografiado.
Las expediciones deportivas han llevado a los deportistas a los más inaccesibles rincones del planeta, descendiendo en canoa los desfiladeros de los ríos, sobrevolando en globo, planeando sobre los cráteres volcánicos y los frondosos bosques, o atravesando océanos y penetrando en las más desconocidas cuevas y gargantas de todo el mundo.
Durante la segunda mitad del siglo XX hemos sido testigos de una sorprendente aceleración en los descubrimientos y exploraciones. Los espacios en blanco de los mapas han desaparecido gracias a las imágenes por satélite, que pueden captar cada pequeño detalle y digitalizarlo para así trazar mapas por ordenador o computadora. Pero hoy, el interés radica sobre todo en los prodigios biológicos y físicos.
Los descubrimientos que se producen en todos los campos científicos, cada vez con más frecuencia, están cambiando nuestra comprensión del mundo que nos rodea y de la fascinante flora y fauna que lo componen. Estos hallazgos se deben, en la actualidad, a grupos anónimos de investigadores más que a personalidades famosas, y son el resultado de meses e incluso años de duro trabajo, completado la mayoría de las veces con tediosos análisis de laboratorio.
Año tras año aumenta el número de investigaciones en todos los campos. Sin embargo, pocos son los que aprecian que vivimos una auténtica edad de oro en el terreno de los descubrimientos.
Aunque el 70% de la superficie del planeta está cubierta por océanos, hasta que Jacques Yves Cousteau contribuyó a la invención de la botella de oxígeno, en 1943, no fue posible una exploración más fácil del mundo submarino. Si bien existían sumergibles primitivos desde antes de la I Guerra Mundial, la más importante expedición oceanográfica ha tenido lugar en fechas muy recientes.
Estadounidenses, británicos, franceses e investigadores de otros países están explorando los fondos de los océanos y estudiando cómo las corrientes submarinas y los organismos que habitan en este medio afectan a nuestro clima, atmósfera y, en general, a la supervivencia del planeta. Gracias al estudio de la placa situada en el Atlántico medio se pudo demostrar finalmente la teoría de la tectónica de placas, la más importante de los últimos tiempos. Otros científicos marinos están contribuyendo al conocimiento de los millones de especies marinas que habitan las aguas.
Muchos han sido los viajes épicos realizados por los mares, como la primera circunnavegación en solitario del planeta que, en 1967, realizó Francis Chichester. Veinte años antes, Thor Heyerdahl y su tripulación conmocionaron al mundo entero cuando cruzaron el Pacífico en una balsa llamada Kon – Tiki. Heyerdahl y, más recientemente, Tim Severin, con su embarcación Brendan y otras, llegaron a comprender bastante la técnica de navegación antigua repitiendo los legendarios viajes del pasado y usando embarcaciones similares a las utilizadas entonces.
Por lo que se refiere a los desiertos, Wilfred Thesiger continuó la tradición de los famosos exploradores que habían recorrido el desierto de Arabia Saudí y la depresión de Danakil en Etiopía. En la actualidad, equipos de científicos anónimos trabajan en expediciones en las que tienen que soportar el calor asfixiante del desierto con el propósito de estudiar la dinámica de las dunas, la formación geológica de las regiones desérticas, la paleontología y la arqueología de las primitivas civilizaciones, además de los ciclos vitales de las criaturas del desierto.
El mayor número de descubrimientos biológicos se está produciendo en las selvas tropicales, el ecosistema más rico del mundo, donde se encuentran, probablemente, la mitad de los diez millones de especies que habitan el planeta. En el siglo XIX, los naturalistas empezaron a catalogar estas regiones, clasificando las plantas y los animales según el sistema ideado por el botánico sueco Carl von Linneo.
Los científicos británicos Henry Bates, Alfred Russel Wallace y Richard Spruce trabajaron en el Amazonas durante la década de 1850. Wallace también estuvo trabajando en el suroeste de Asia. En 1858, la Linnean Society de Londres publicó dos obras de una importancia capital. Se trataba de los resultados de las investigaciones de dos infatigables naturalistas, Charles Darwin y Alfred Wallace, quienes, por separado, habían desarrollado la teoría de la evolución de las especies y de la selección natural de las mismas.
En la Amazonia se encuentra un tercio de las selvas del mundo. Los exploradores más destacados de esta región durante el siglo XX han sido los brasileños, quienes además han sido los mayores defensores de los pueblos indígenas que allí habitan. En la primera mitad del siglo, Candido Rondon descubrió y estudió los ríos más grandes y contactó con tribus aisladas que nadie había logrado conocer. Su labor en defensa de estas tribus continuó durante 25 años gracias a los hermanos Villas Boas.
Muchos botánicos de los Reales Jardines Botánicos de Kew y de muchos otros se adentran en selvas perdidas en busca de plantas. Por su parte, los entomólogos descubren continuamente nuevas especies de insectos. Los ecologistas están estudiando la dinámica de los ciclos del agua y de los nutrientes que alimentan las selvas, mientras que los estudiosos del medio ambiente han alertado a la opinión pública del importante papel que estos ecosistemas juegan en la conservación de la vida en la Tierra.
Los científicos están también trabajando en las regiones polares; investigadores de distintos países pasan el invierno en la Antártida, e incluso hay una base permanente estadounidense en el mismo polo sur. Los científicos de la British Antarctic Survey han dado la voz de alarma del peligro que supone la extensión del agujero de la capa de ozono que protege la tierra, un descubrimiento que ha puesto en marcha proyectos internacionales para acabar progresivamente con los CFC (clorofluorocarbonos). También se han realizado apasionantes expediciones a los polos como la que Vivian Fuchs dirigió entre 1955 y 1958, una expedición a través de la Antártida en la que usó trineos motorizados para cruzar por primera vez el continente meridional. Ranulph Fiennes y Charles Burton fueron los primeros en recorrer ambos polos en la expedición Transglobe entre los años 1979 – 1982, y Robert Swan fue el primero que lo logró con personas en lugar de vehículos.
Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres