Principales orientaciones onto-epistemológicas
En el cuadrante 4 girando en el sentido de las manecillas de un reloj, lo único que existe son objetos naturales capaces de impresionar sensorialmente a organismos, materialmente constituidos, que han de adquirir del exterior toda la información relevante para su supervivencia.
Una sencilla economía intelectual exige la eliminación de lo mental del vocabulario de la Psicología: sólo existe materia sobre materia y un organismo que en cada momento de su vida está mostrando el punto final de su desarrollo a través del comportamiento que es capaz de manifestar públicamente.
En el cuadrante 1, el estandarte es el asociacionismo subjetivo. Ahora sí es posible introducir cualquier tipo de actividad espiritual, porque se admite la existencia de la mente con toda su carga ontológica, es decir, como constituida por ideas.
De nuevo es la asociación principio explicativo básico, porque de algún modo hay que dar cuenta de la existencia de ideas complejas que provienen de la estimulación de distintos sistemas sensoriales.
¿Cómo podemos llegar a poseer la idea de naranja, si lo que realmente se nos presenta a los sentidos es el olor a azahar, la forma redondeada, el tacto rugoso, su color, o su sabor? Porque siempre vienen juntos, contestarán los asociacionistas a coro Las diferentes posturas coinciden en afirmar, con respecto a la naturaleza de la subjetividad, que si existe es un epifenómeno, resultado pasivo de la presión que unos objetos materiales ejercen sobre otros especiales objetos/sujetos que disfrutan de la capacidad de sentir.
El innatismo es un principio lógicamente derivado de sostener las posiciones ontológico-epistemológicas del cuadrante 2. Para los defensores de esa postura la experiencia sensorial queda inhabilitada para producir conocimiento verdadero.
La mente genera espontáneamente (activamente) las formas óptimas que hacen posible el conocimiento del mundo, asegurando la función adaptativa de los organismos.
Los diversos constructivismos (cuadrante 3) coinciden en defender una mente activa, también generadora de formas que posibilitan la captación y comprensión de la realidad que sobrevive a los cambios que nos presentan los sentidos, pero que, a su vez, no es innata sino una construcción a partir de la materia.
Aúna a todos aquellos que postulan cualquier forma de emergentismo psicológico, según el cual las propiedades de la materia, como la extensión y el movimiento, por ejemplo, pueden ser cualitativamente transformadas bajo determinadas condiciones, dando lugar a estructuras mentales capaces de manejar racionalmente a la misma materia de la que proceden.
Se postula la mente como un activo instrumento al servicio de la adaptación de los organismos, pero al final del desarrollo biosocial, no al principio (dándole la vuelta al adagio cartesiano: existo luego pienso).