Competing for the future

El producto de hoy no será el producto de mañana. Y la estrategia es pensar en el futuro. Los directivos actuales, se mueven en el corto plazo, apremiados por los resultados trimestrales. Dedican su tiempo a la reingeniería, reducen sus inversiones y proyectan, sin saberlo, la liquidación de la empresa.

El pensamiento estratégico queda reducido a un simple “plan anual de negocio”, al que se presta poca atención. Lo importante es que las cifras cuadren, aunque no sean creíbles. Se extrapola, como si el futuro pudiera ser la continuidad del pasado.

No hay que planificar, sino visualizar. Visualizar es imaginar cómo será el futuro. Qué cambios demográficos, tecnológicos, políticos, económicos, sociales, climáticos, etc., pueden suceder, qué escenarios pueden imaginarse. Esto supone un trabajo de síntesis, en el que toda la organización debe participar.

La tasa de cambio del entorno ha aumentado, lo que exige flexibilidad y rapidez de respuesta. No se trata de mejorar nuestra posición en el espacio competitivo actual, sino de crear nuevos espacios competitivos. Los autores averiguaron que la respuesta estaba en su visión del futuro, que iba más allá del horizonte temporal de un plan de negocio, apostando por aquello que parecía una ensoñación pero que el tiempo acabó confirmando.

Fuente: Libro El canon del Management por Alfonso Durán-Pich