El dilema del innovador

Las empresas excelentes lo son desarrollando “tecnologías de sostenimiento”, que mejoran las prestaciones de sus productos para satisfacer lo que sus clientes solicitan. Para Christensen, estas prácticas están sesgadas por cuatro razones, que son percibidas como “virtudes” y que a su juicio son defectos:

1. Escuchar a los clientes.
2. Invertir agresivamente en tecnologías que dan a esos clientes lo que ellos dicen que quieren.
3. Buscar altos márgenes.
4. Dirigirse a los mercados mayores y no a los pequeños.

No cabe duda de que la tesis del autor es revolucionaria y parece alejarse de la racionalidad. Sin embargo, no podemos ordeñar una vaca lechera (alta cuota de mercado/alta rentabilidad) hasta dejarla exhausta. Hay que abrir nuevos pastos para los terneros.

Las tecnologías rompedoras son distintas de las tecnologías sostenibles. Cambian la propuesta de valor para el mercado. Cuando aparecen, ofrecen menores prestaciones, en términos de atributos, para el gran mercado. Pero estas tecnologías tienen otras cualidades que unos pocos clientes (generalmente nuevos) valoran.

Para resolver el problema que supone el ajuste entre las tecnologías de sostenimiento y las tecnologías de ruptura, las empresas han de realizar cambios organizativos y crear equipos, bien pertrechados, dispuestos a trabajar con tecnologías de ruptura para pequeños mercados. Estos equipos han de contar con el apoyo de la dirección y estar dispuestos a asumir los contratiempos inevitables cuando se manejan nuevas tecnologías.

Fuente: Libro El canon del Management por Alfonso Durán-Pich