Corporativismo cardenista
Junto al despojo de tierras, la construcción de las reivindicaciones laborales, la marginación social y el cierre de las compuertas institucionales para dar salida a los problemas sociales. El maximato provocó la desviación de la inercia de la organización profesional de resistencia, verdaderamente revolucionaria, hacia la formación de agrupaciones heterodoxas como centros clandestinos, clubes, círculos socio-culturales y hasta partidos políticos que de forma ostensible o disfrazada coadyuvaban a la concientización y autodefensa de los obreros de México.
En este sentido, inmersos en las movilizaciones disfrazadas, los trabajadores de la Confederación Sindical Unitaria Mexicana, se empeñaron afanosamente en la lucha no tan sólo por la liberación sino por la auténtica reconstrucción de la vida y democracia sindicales.
De esta suerte, mediante la vía de facto, la mayoría de las veces, realizaron un papel determinante tanto en la preparación como en la realización de importantes movimientos y básicamente huelgas, en sectores importantes de la resistencia sindical como el ferrocarrilero, el minero o el de los electricistas. Mas en forma contrastante, muy cercano a los modelos organizativos del fascismo, Lázaro Cárdenas diseñó un cuadro corporativo para el control y manejo de los cuadros político-sociales.
Pretendió enfrentar así, la situación económico-política, consiguiendo, en principio, un relativo repunte que mejoró de alguna forma, los niveles de la mediana industria, fundamentalmente en las modestas factorías, talleres y fábricas.
Se consiguió de esta suerte, promover un pausado desarrollo agropecuario, compatible con la movilización de los sectores obreros en los marcos tanto urbanos como rurales de México.
Obregonista implicado en la muerte de Carranza, Cárdenas fue designado por Calles para dirigir primero la Presidencia del Partido Nacional Revolucionario, y después ser ascendido a Ministro de Gobernación y Jefe de Gabinete. Entre tanto, la crisis mundial determinó la sujeción de nuestra economía a la norteamericana y la proliferación en auge, de la resistencia obrera.
De esta forma, el despido masivo de casi la mitad de la población trabajadora propició la reducción y los turnos de jornadas de trabajo, el abatimiento salarial y la inestabilidad en los empleos, determinando el destronque de los líderes serviles de la CROM, razones que llevaron al nuevo gobierno a ofrecer expectativas de carácter socialista que derivaron al fin, en una demagogia izquierdizante tanto de los funcionarios gubernamentales como de sus instrumentos, los líderes sindicales y aquéllos de los sectores.
Así, desde su arribo al poder, Cárdenas guio su gobierno en los principios plasmados dentro del Plan Sexenal (1934-1940) que garantizó de entrada, la intervención del Estado.
Se apuntó, de esta manera, propugnar abiertamente, por una equitativa distribución y dotación de buenas tierras; por la tutela y apoyo a la productividad de las empresas nacionales; por la promoción y control articulado de las organizaciones sindicales, empatadas con el programa del Gobierno pero sometidas, sin reserva a sus consignas.
Por el desarrollo del modelo de educación socialista y por una abierta mística de tipo nacionalista. Dentro de este orden de ideas, cuando menos a nivel declarativo, el ideario laboral del régimen quedó fincado consistentemente, en los siguientes principios:
- La organización de la clase obrera en una Central Única de Trabajo.
- El compromiso del gobierno cardenista para descartar intervenir en la formación de sindicatos blancos, así como el imponer la prohibición de cualquier intervención de los patrones en la vida sindical obrera.
- La legitimación del Estado para constituirse en árbitro que reglamentara la vida económica, como protector y guía de las clases oprimidas.
- La circunscripción de los conflictos laborales, fundamentalmente obrero-patronales, a la capacidad económica de las empresas.
La política presidencial apunto constantemente, debe relevarse sin embargo, a la construcción de la infraestructura económica nacional; al apoyo de la industria privada, el crecimiento de los mercados y el sistema crediticio, que pese a la demagogia no llegaron a afectarse con las huelgas, el salario mínimo, las diversas condiciones generales de trabajo, la reforma agraria o la protección formal de los trabajadores en el tratamiento y solución de las controversias de trabajo; mas siempre estuvo muy lejos de instaurar el socialismo.
Lo que el sistema buscó fue conciliar intereses, sancionando en todo caso, el abuso de los empresarios, lo excesivo de sus privilegios y la súper explotación de los obreros.