Fomentar la iniciativa e innovación
Las peores patologías para los individuos y las organizaciones, provocadas por la dinámica del círculo de fracaso, son la pasividad y la impotencia adquiridas. Cuando las personas se resignan a su destino, nada cambia. Los fatalistas arrastran consigo a los demás, ven la peor parte en todo, rechazan las sugerencias de otros y a cambio no proponen nada. Cuando la iniciativa decae, desaparece la innovación, los problemas quedan sin resolver, las oportunidades se pierden y el círculo de fracaso es cada vez más difícil de quebrar.
En esos casos no es suficiente con intentar motivar; es preciso emplear más recursos para el personal y llevar a cabo acciones espectaculares para enseñarles a convertirse en triunfadores. Una de esas acciones se llevó a cabo en la BBC británica en su momento de giro trascendental con el cambio de siglo.
Ya a finales de los 90 la BBC estaba cediendo terreno ante sus competidores comerciales: la televisión de pago e Internet hacían estragos en la audiencia de la cadena pública. La confianza mermaba dentro de la organización, su estructura mastodóntica asfixiaba la creatividad y la desmotivación cundía entre los empleados.
Por entonces, estaba claro que la BBC necesitaba un giro radical en su gestión y sería la designación de Greg Dyke como director general, a comienzos del año 2000, la que iba a permitir que ese giro se efectuara. En su primera transmisión para toda la organización, el nuevo director general anunció su intención de emplear 100 millones más de libras en la nueva programación y servicios relacionados durante el siguiente año. Este comportamiento tan irreverente pronto transcendió a la prensa y logró un efecto memorable entre los empleados.
La reorganización se inició bajo el lema “Una BBC”, ideado para asegurarse la colaboración de todos los miembros, pues de eso era de lo que se trataba. Las reuniones se hicieron menos formales y en ellas se esperaba que todo el mundo participara. Para transmitir su nueva visión de la compañía y del trabajo, Dyke tomó del futbol el modelo de las tarjetas amarillas, en las que se leía la frase “No digas chorradas, hazlo”, y que utilizaba cada vez que alguien se oponía a una buena idea. Este comportamiento pronto transcendió a la prensa y logró un efecto memorable entre los empleados. Fuente: Libro la Confianza por Rossabeth Moss Kanter