Pensar informalmente
La mayoría de los proyectos empresariales empiezan con una reunión informativa de algún tipo. Todos hemos asistido a reuniones formales, espesas y aburridas, y a reuniones que son fáciles de seguir y realmente informativas. La complejidad es perfectamente capaz de transformar una reunión de presentación en una especie de tortura. La simplicidad, sin embargo, deja todo perfectamente claro y da a los participantes una idea real de su misión.
En Apple, las presentaciones suelen ser breves e interactivas. No incluyen demasiado marketing ni listas complejas de atributos de producto. No son más que grupos reducidos de personas inteligentes reunidos en una atmósfera informal, donde se obtiene una buena descripción del producto y una presentación clara de sus beneficios. Los directores de producto tienen que responder todas las preguntas de los presentes. Al término de la reunión, estos últimos saben qué lugar ocupa exactamente ese producto en el mundo y qué hay que hacer para que triunfe.
Steve odiaba las presentaciones formales. Aquellas en las que él era el presentador no había ningún PowerPoint ni material informativo ni ningún tipo de estrategia formal. A veces el producto estaba presente en la sala, otras no. Jobs se limitaba a compartir su punto de vista acerca de por qué existía el producto, cómo funcionaba y qué lo distinguía de los demás. Cuando era necesario utilizaba la pizarra para ilustrarlo. Una vez absorbida la esencia del producto de esa manera, era mucho más fácil pensar en la forma más eficaz de presentarlo al mundo.
En cambio, en otras compañías tecnológicas, cuanto más importante es el proyecto, más se formaliza la producción. No es raro que este tipo de reuniones informativas se celebren en una sala tipo auditorio. Internamente, Apple hace lo mismo cuando organiza sus reuniones. La idea es dar a ese pequeño grupo de personas inteligentes la información que necesitan para hacer el trabajo con la mayor calidad posible.
Fuente: Libro Increíblemente simple por Ken Segall