Comportamientos esenciales del líder
Existen siete comportamientos básicos que conforman el primer pilar de la disciplina de la ejecución:
- Conocer el negocio y al personal. Los líderes deben permanecer en contacto directo con la realidad cotidiana de sus negocios. Deben encontrarse allí donde está la acción y darse a conocer al personal.
- Insistir sobre el realismo. El realismo es la esencia de la ejecución, pero son muchas las personas que se inclinan por no ser realistas, pues ello implica reconocer los errores, admitir que no se tiene siempre una respuesta y aceptar los enfrentamientos. El realismo es la prioridad y hay que fomentarlo y contribuir a él intentando en todo momento mantener una óptica realista.
- Establecer objetivos y prioridades claros. Los líderes orientados hacia la ejecución no establecen muchos pero sí claros objetivos y prioridades. El enfoque sobre tres o cuatro cuestiones preferentes proporciona los mejores resultados en relación con los recursos disponibles. Dada la estructura descentralizada o fragmentada de las organizaciones actuales, el personal necesita un número reducido pero transparente de prioridades para rendir satisfactoriamente.
- Hacer el seguimiento. Para que unos objetivos sencillos y transparentes sirvan de algo es necesario tomar en cuenta seriamente el seguimiento. La ausencia del mismo es la principal causa de una ejecución deficiente. De ahí la trascendencia de detectar cuáles son los conflictos que obstaculizan los resultados y crear un mecanismo de seguimiento que asegure que cada uno hace lo debido.
- Premiar el compromiso. Aunque es obvio que hay que recompensar a las personas según su rendimiento, son numerosas las organizaciones que no saben hacerlo correctamente. Una ejecución incorrecta tiene su origen, entre otras razones, en la inexistencia o la mala aplicación de un sistema de compensación para los mejores.
- Ser mentor. Uno de los papeles más relevantes de un líder es el de transmisor de experiencias y conocimientos a la siguiente generación de líderes, es decir, el papel de mentor. De este modo se extienden los conocimientos a todos los miembros de la organización y se deja un legado duradero.
- Conocerse a sí mismo. El conocimiento de sí mismo y la fuerza del carácter que de ello deriva son decisivos para una buena ejecución. Sin este empuje resulta difícil ser honrado con uno mismo y tratar con honestidad las realidades del negocio, la organización y el personal. La fuerza del carácter se sustenta, además de en el autoconocimiento, en la autenticidad, el autodominio y la humildad.
Fuente: Libro La clave de los negocios está en la ejecución por Ram Charan y Larry Bossidy