Etapas de la inversión ergonómica
Podemos reducir la intervención ergonómica a una serie de etapas fácilmente identificables en cualquier proyecto:
1. análisis de la situación: ésta se realiza cuando aparece algún tipo de conflicto.
2. diagnóstico y propuestas: una vez detectado el problema el siguiente paso reside en diferenciar lo latente de lo manifiesto, destacando las variables relevantes en función de su importancia para el caso.
3. experimentación: simulación o modelaje de las posibles soluciones.
4. aplicación: de las propuestas ergonómicas que se consideran pertinentes al caso.
5. validación de los resultados: grado de efectividad, valoración económica de la intervención y análisis de fiabilidad.
6. seguimiento: por último, cabe retroalimentar y comprobar el grado de desviación para ajustar las diferencias obtenidas a los valores pretendidos mediante un programa.
El objetivo que se persigue siempre en ergonomía es el de mejorar “la calidad de vida” del usuario, tanto delante de una máquina herramienta como delante de una cocina doméstica, y en todos estos casos este objetivo se concreta con la reducción de los riesgos de error, y con el incremento de bienestar de los usuarios.
Facilitar la adaptación al usuario de los nuevos requerimientos funcionales es incrementar la eficiencia del sistema. La intervención ergonómica no se limita a identificar los factores de riesgo y las molestias, sino que propone soluciones positivas, soluciones que se mueven en el ámbito posibilista de las potencialidades efectivas de los usuarios, y de la viabilidad económica que enmarca cualquier proyecto.
El usuario no se concibe como un “objeto” a proteger sino como una persona en busca de un compromiso aceptable con las exigencias del medio. El ergónomo da referencias para concebir situaciones más adaptadas a las tareas a realizar, en función de las características de todos los usuarios involucrados en el proyecto.
Fuente: Apuntes de Ergonomía de Pedro R. Mondelo, Enrique Gregori – Pedro Barrau, Ediciones UPC