Historia de los tintes artesanales
Con el transcurrir de tiempo, las fibras naturales reemplazaron las prendas de abrigo fabricadas con pieles de animales, debido a la desaparición de muchos de ellos. Surge entonces, el tejido artesanal y con él el arte del teñido. De esta forma, se inicia la búsqueda de las fuentes naturales (minerales, animales y vegetales) que proporcionaran diversos colores.
Diversas culturas de la humanidad realizaron aportes en el desarrollo de los tintes y los procesos de teñido.
• En la antigua civilización china, la seda era un producto natural que sólo podía ser utilizado por la familia real y su corte. El color de las prendas dependía de la ocasión: en la vida cotidiana dentro del palacio, las usaban blancas, en los días festivos el Emperador, su esposa y el heredero se vestían de amarillo, las damas de la corte de rojo y el resto de negro. Entre las especies vegetales tintóreas utilizadas estaban el cartamo ó azafrán (carthamus tintorea), para los rojos, el índigo (añil) para los azules y la shora japonica de cuyas flores obtenían el amarillo.
• En la cultura mesopotámica (sumarios, asirios, caldeos y babilonios) , la fibra preferida era la lana, con la que se tejían finas prendas y el color favorito el rojo, que obtenían de un insecto: el quermes habitante de especies vegetales de la región ( Quercus).
• El tinte púrpura fue muy apreciado en las culturas mediterráneas de la antigúedad.Los primeros en descubrirlo fueron los fenicios.Cuenta la leyenda que su dios patrono Merkarth, paseaba a orillas del mar con su perro cuando observó que el animal al oler los moluscos que encontraba a su paso teñía su nariz de rojo intenso. Pensó, entonces en regalarle a su amada una túnica de ese color.De allí en más comenzaron a desarrollarlo utilizando las secreciones de diferentes especies de moluscos como el Murex trunculus y el Purpura haesmastoma para los tonos carmesí ó el Murex brandaris para los violetas oscuros. Durante largo tiempo conservaron el monopolio de su fabricación y comercialización, así como también los secretos del teñido, que con lo años fue aprendido por bizantinos, griegos y romanos.
La fibra natural más utilizada por el pueblo egipcio para sus prendas era el lino. Tal vez la dificultad que presenta esta fibra para teñirse fue una de las causas del uso limitado del color en su vestimenta : azul, rojo amarillo y en menor grado el verde y el café.
Sus conocimientos de química eran amplios, utilizaron sales de cobre para teñir de verde, carbonatos para blanquear las telas, óxidos de hierro para inscripciones sobre tela y tintas hechas con tierras ocres para escribir sus papiros.
También se hallaron momias envueltas en ropas teñidas con madder y yinajas con restos de índigo.
En Grecia se utilizaron líquenes, en especial Orsella tinctoria, la rubia , el quermes, el azafrán,la anchusa tinctoria, el índigo, moluscos (Murex brandaris).Una característica de sus vestimentas era la austeridad preferían el blanco y el color natural de las fibras utilizadas que especialmente fueron la lana y el lino, conociendo más tarde el algodón y la seda.Los talleres de teñido eran pequeños, en ellos trabajaban los esclavos y se localizaban en las islas y no el las grandes ciudades.
El color rojo se utilizaba para ocasiones ceremoniales y para los uniformes de guerra de los espartanos.
Los romanos no aportaron grandes avances al mundo de los tintes. A través de sus conquistan adquirieron conocimientos que luego aplicaron y mejoraron, estableciendo las bases para el desarrollo de los tintes en la Edad Media.
El púrpura fue en esta cultura símbolo de poder y riqueza material. Su uso se limitaba sólo a reyes y sacerdotes.
Cuando los romanos invadieron Inglaterra, se encontraron con guerreros cuyos cuerpos pintaban de azul utilizando índigo.
• Las famosas y admiradas alfombras persas son una muestra del conocimiento de este pueblo del tratamiento del color. Entre las fuentes naturales que usaban están la rubia, ciruelas silvestres, índico, el azafrán, la granada, y el insecto quermes con el cual obtenían su especialidad: el rojo carmesí.
• El pueblo hebreo conoció muy bien el arte del teñido, si bien no desarrolló una gama de colores muy amplia. Utilizaban agallas de roble. para la obtención de tinte negro.
• La rubia tinctoria fue la planta de mayor importancia económica en Europa.
• En Holanda durante los siglos XV, XVI, y XVII fue el símbolo de la riqueza. Francia, en 1782, se convirtió en el primer productor europeo de ella, hasta que la revolución francesa se convirtió en la ruina de muchos productores.
Cuando Louis Philippe, decretó el uso obligatorio de capas y pantalones de color rojo para su ejército se produjo un resurgimiento de la actividad agrícola.
• Inglaterra la importaba también para teñir los uniformes militares. En 1869 se sintetizó su equivalente sintético, poniendo fin a su uso.
En los textos coloniales que se ocupan de la descripción etnográfica de los indígenas de la zona andina, aparece claramente la noción del color como emanación de la luz del Sol, dios que preside el panteón incaico y que, luego de la expansión de esta etnia, se impone en todo el territorio conquistado. El color mismo se asocia, a través de mitos y leyendas, con el origen de los incas: ellos son los hijos del Sol, comisionados por él para alumbrar a los salvajes “que viven como bestias”.
Según el Inca Garcilaso, la gesta civilizadora se inicia en la isla del lago Titicaca, desde donde el Sol envió a sus hijos, el primer inca (Manco Capac) y la primera coya (Mama Ocllo Huaco), a recorrer el territorio vecino hasta encontrar un sitio donde clavar sin esfuerzo una barra de oro.
Los indígenas, viendo a aquellas dos personas vestidas y adornadas con los ornamentos que Nuestro Padre el Sol les había dado (hábito muy diferente del que ellos traían) y las orejas horadadas y tan abiertas como sus descendientes las traemos, y que en sus palabras y rostro mostraban ser hijos del Sol (…) maravillados, (…) les dieron entero crédito a todo lo que dijeron y los adoraron y reverenciaron como a hijos del Sol y obedecieron como a reyes.
Los colores que formaban parte de las vestimentas rituales de huacas y sacerdotes, fueron el rojo, blanco, amarillo, negro y azul.
Una disposición particular del color se halla presente en la tradición textil, la que evidencia no sólo una jerarquía cromática en relación con quienes vestían determinados colores, sino también una compleja gradación y combinación de tonos. Las crónicas y documentos destacan siempre el carácter multicolor del cumbi, el tejido fino reservado a la indumentaria de la nobleza incaica, en oposición a los colores naturales de la ropa corriente, auasca, que vestían los indios conquistados: el mundo del color es patrimonio exclusivo del inca. Las diferencias se expresan en las ordenanzas de los incas:
«Que cada uno se vista y adorne conforme a la cualidad que tiene, el plebeyo como plebeyo, y el noble como noble; y que ninguno se vista del género de ropa y traje y labor que visten los reyes, si no fuese hijo o hija o pariente del rey, o si no hubiere particular privilegio para ello.»
Los trajes, y sus colores, también eran una forma de reconocer los cargos y las funciones ceremoniales (los sacerdotes vestían de pardo, las vírgenes consagradas, de rojo y blanco) o bien las identidades, pues como afirma Garcilaso, los incas mandaron:
“Que ningún indio en este reino no mude su hábito y traje de cada parcialidad y ayllo, so pena de cien azotes.”
El Inca dio a sus vasallos ciertos privilegios, como el poder usar, “a imitación suya”, el llauto o trenza en la cabeza, pero no debía ser de todos colores, como el del Inca, sino de un color solo : negro.
Actualmente en las prácticas de la vida privada de grupos aymara, sigue existiendo una división simbólica entre colores naturales: k’ura (negro, blanco, café, gris, provienentes de llamas y alpacas), usados en telas relacionadas con pastoreo y en las ropas de los niños, y colores teñidos derivados del arco iris: p’ana (rojo, amarillo, azul, verde, etc), para agricultura o rituales, es decir, aquello vinculado con alguna ceremonia social (casamientos, partos, etc.) o que marca una identidad social.
La misma familia noble no escapaba a las jerarquías del color. El uso exclusivo de la borla roja en el tocado del inca rey, o amarilla en el de su heredero; los distintos tonos de las andas en las cuales eran llevados (roja o cubierta de preciosa pedrería para el Inca, parda para el Capac Apo, señor poderoso); los trajes ceremoniales y los regalos simbólicos con que se engalanaba a los jóvenes nobles en cada uno de los pasos del noviciado para ser armados caballeros, son sólo algunos ejemplos del uso jerarquizado del color.
En el caso de la guerra, el efecto que los monarcas buscaban era el de provocar “espanto muy grande” en el caso de la fiesta, se quería unir a la magnificencia el sagrado temor que suele acompañar el espectáculo del despliegue de poder.
Para la población indígena, los colores bien definidos de la ropa y los tocados de los nobles, llenos de luz, con brillos y dorados, eran manifestación simbólica de lo sagrado y al mismo tiempo, de las desigualdades sociales, la dominación, el poder político, económico y guerrero.
Una similar diferenciación muestran los quipus, en los que el color definía jerarquías y clasificaba diversos elementos de la sociedad.
«Hacían los indios hilos de diversos colores: unos eran de un solo color, otros de dos colores, otros de tres y otros de más, porque las colores simples y las mezcladas, todas tenían su significación de por sí; los hilos muy torcidos, de tres o cuatro liñuelos, y gruesos como un huso de hierro y largos de tres cuartas de varas, los cuales ensartaban en otro hilo por su orden a la larga, a manera de rapacejos. Por los colores sacaban lo que se contenía en aquél tal hilo, como el oro por el amarillo y la plata por el blanco, y por el colorado la gente de guerra. Las cosas que no tenían colores iban puestas por su orden, empezando las de más calidad y procediendo hasta las de menos, cada cosa en su género como en las mieses y legumbres. »
Mediante este sistema de registro no sólo se llevaron las cuentas del imperio, sino que se conservaron las antiguas leyendas y tradiciones. Los quipus que tenían hilos de colores sólo podían ser usados por los secretarios del Inca (quilcacamayoc y quipu camayoc), los sabios (amauta runa), los encargados del culto y del cálculo del tiempo, los mensajeros reales (chasquis) y otros funcionarios nobles vinculados al recuento de tributos y bastimentos. Los quipus de colores naturales – esto es, sin teñir – se asociaban con las tareas cotidianas de contabilidad y administración.
Diversas fuentes mencionan el uso del bermellón extraído de minas de mercurio ,y se destaca el uso que de este pigmento llamado Llimpi hacían los Incas y los naturales de Perú. Este color rojo anaranjado intenso estaría vinculado entonces con prácticas guerreras de dominación -sabemos también que el rojo era un color obligado en la indumentaria bélica de la región andina-, con rituales que muy probablemente fueran una representación de las mismas – como es el caso de los t’inku, y con diversas sacralidades.
Para el pensamiento andino, aquellos colores no definidos como, por ejemplo el que se produce en el momento de la aurora o el crepúsculo, con matices anaranjados y azafranados, pueden haber generado también sensación de temor. Esta luz repentina y penumbrosa es denominada: “el sol de los muertos”.
Otro color que presenta algunos aspectos interesantes es el producido por un pigmento mineral natural a base de carbonato de cobre, también conocido como verde montaña o malaquita, ya que se obtiene de la piedra semipreciosa del mismo nombre, proveniente de minas de cobre de donde también se extraía la azurita. El índigo fue el tinte más importante y venerado en la antigüedad. En 1900 el descubrimiento de su equivalente sintético marco el comienzo del fin de los tintes naturales.
Fuente: www.geocities.com/warmiargentina