Formulación de objetivos de aprendizaje

A raíz de la extensión y profundidad con la que cubrimos recientemente el tema de Evaluación en el salón de clase, se hicieron consultas sobre la Formulación de Objetivos de Aprendizaje. Aunque «aparentemente» no tiene relación directa con la integración de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) en las materias del currículo regular, porque se piensa que la falta de relación es sólo «aparente» puesto que unos Objetivos de Aprendizaje claros e inequívocamente establecidos, son el primer paso para seleccionar otros componentes del proceso como contenidos, prácticas, métodos y formas de evaluar a los estudiantes.

La elección de las prácticas y métodos a seguir para alcanzar el aprendizaje del contenido de un curso, debe estar subordinada a los Objetivos de Aprendizaje planteados.

En este orden de ideas, cuando un docente selecciona un Proyecto de Clase, una WebQuest o cualquier otra actividad que integra las TIC al currículo, debe examinar cuidadosamente si dicha actividad ayuda a alcanzar los Objetivos de Aprendizaje formulados para ese curso y materia. De no ser así, habría que modificar la actividad o desarrollarla totalmente hasta que lo haga.

Una de las principales autoridades en la formulación de Objetivos de Aprendizaje es Robert Frank Mager, quien en su libro «Preparing Instructional Objectives» (Preparando Objetivos de Aprendizaje) describe una serie de pautas para el diseño efectivo de estos. Como «Tema Central» presentamos, traducido al español, un documento de la Universidad de Georgia, Estados Unidos, que compendia esas pautas y describe tanto las características de los Objetivos de Aprendizaje, como los obstáculos más comunes para su formulación.

Mager propone que para establecer Objetivos de Aprendizaje realmente útiles se deben tener en cuenta cuatro factores: una Audiencia, que generalmente se refiere al estudiante (el quién); un Comportamiento o Conducta, que describe lo que se espera que la audiencia pueda realizar (el qué); unas Condiciones o Exigencias, que deben darse en el Comportamiento (el cómo); y un Grado, que determina el criterio de desempeño aceptable y permite evaluarlo (el cuánto).

De los anteriores factores, el segundo es el que tal vez presenta mayores dificultades para establecerse con claridad, pues los Comportamientos esperados y observables que los definen o caracterizan se describen en los Objetivo de Aprendizaje mediante verbos.

De éstos se ocupa en detalle la Taxonomía desarrollada por Benjamín Bloom, Doctor en Educación de la Universidad de Chicago (USA). Dicha Taxonomía es el resultado de un comité liderado por Bloom en 1948, que buscaba establecer un léxico común de términos descriptivos, que permitiera promover el intercambio entre los educadores, de materiales de evaluación e ideas de cómo llevarlo a cabo.

En ese entonces, se identificaron tres Dominios de Actividades Educativas: el Cognitivo, el Afectivo y el Psicomotor. El comité trabajó en los dos primeros el Cognitivo y el Afectivo pero no en el último, el Psicomotor, que fue desarrollado por otros autores, posteriormente.

La Taxonomía de Bloom, aunque no es la única, es la más utilizada por los docentes del mundo entero. Generalmente por comodidad de consulta, se resume en una tabla que contiene los verbos utilizados para describir la conducta esperada en un Objetivo de Aprendizaje. En esta edición nos enfocaremos principalmente en el Dominio Cognitivo, que a su vez comprende 6 categorías: Conocer o recordar información, Comprender o entender conceptos, Aplicar el conocimiento, Analizar una situación, Sintetizar información sobre una situación dada, y Evaluar la información obtenida.

Por lo general, la formulación de Objetivos de Aprendizaje está ligada a la Planificación Escolar. Planificación que debe anticiparse y definir las acciones que se llevarán a cabo en el aula de tal manera que se desarrolle la propuesta curricular de la institución mediante contenidos, procedimientos y métodos que sean significativos para los estudiantes.

En este sentido, el Ministerio de Educación Nacional de Colombia (MEN) ha asumido en la última década con la promulgación de leyes y decretos de lineamientos y estándares mínimos, el papel de orientador y facilitador; permitiendo a las comunidades educativas ejercer dentro de ese marco su propia autonomía.

Al amparo de esta autonomía, escuelas y colegios deben diseñar su propio proyecto Educativo Institucional (PEI), su currículo, establecer objetivos de aprendizaje, logros esperados con sus respectivos indicadores, y sistemas de evaluación, entre otros.

Fuente: eduteka.org