Dinámica de las relaciones humanas

Las relaciones humanas son necesarias, puesto que siempre estamos en interacción con otras personas. No existe un individuo aislado, recordemos que incluso Robinson Crusoe tuvo a Viernes para relacionarse.

Las relaciones humanas armónicas forman parte de un proceso que requiere del conocimiento de los elementos que las componen y de cómo éstos se combinan; así como del autoconocimiento de nosotros como personas y del reconocimiento y aceptación de los demás como seres humanos.

A veces las relaciones que establecemos con los demás integrantes de los diferentes grupos que formamos (familiar, laboral o social) no son tan armónicas como quisiéramos.

Con frecuencia suponemos que estamos poniendo todo de nuestra parte para conseguir un buen entendimiento con las demás personas, no obstante, quizá no logremos entablar relaciones armónicas y tratemos de responsabilizarnos de ello.

Las relaciones humanas no se establecen en abstracto, sino en circunstancias muy concretas de ambiente y de tiempo y se definen dependiendo de la edad, sexo, jerarquía, ideología, cultura, normas sociales, etc. Por ejemplo, una broma en la comida entre amigos puede ser una ocurrencia feliz mientras que en el despacho del jefe la misma broma, puede ser un suceso detestable y majadero.

Un aspecto fundamental en las relaciones humanas es la comunicación; y podemos afirmar que la comunicación que se establece en las relaciones humanas es situacional, es decir que en las relaciones humanas no existen recetas; no existen reglas de aplicación universal. No obstante, podemos identificar elementos que nos pueden ayudar a llevar relaciones aceptables y hasta excelentes con las personas con las que nos relacionamos.

Como ya lo acotamos, la comunicación se constituye en un elemento sustancial de las relaciones humanas y es generalmente a través de una comunicación efectiva y asertiva, que logramos establecer relaciones armónicas. No existe una relación humana sin comunicación.

Es necesario destacar que la forma en que establecemos relaciones humanas es reflejo directo de la autoestima. Como la comunicación, la autoestima también es un elemento sustancial de las relaciones humanas, ya que a medida que tengamos una autoestima fortalecida, podremos valorar nuestras ideas, actitudes, ser nosotros mismos y aceptar el reconocimiento de los demás; de manera análoga, podremos validar las ideas, actitudes, sentimientos, emociones y pensamientos de los otros; así, en estas relaciones, podremos tener confianza en los demás de que seremos aceptados y reconocidos, al tiempo que también lo hacemos con los otros.

El autoconocimiento y la autovaloración son elementos claves de la autoestima, lo que nos permite conocernos y reconocernos, aceptarnos y apreciarnos tal como somos. Esto nos permite interactuar con los demás de manera enriquecedora, tanto para nuestro propio desarrollo, como el de los demás.

Es precisamente en esa interacción que satisfacemos necesidades, encontramos motivos y adoptamos actitudes que sean útiles para continuar nuestro desarrollo y participar en el crecimiento integrador de quienes se relacionan con nosotros.

Estamos en un continuo proceso de convertirnos en personas. Tenemos la facultad de crearnos y recrearnos constantemente y en todo momento podemos optar por cambiar. Es decir, las personas no “somos”, “nos hacemos”. Nos encontramos en una constante actualización y, como seres humanos, contamos con una tendencia natural al crecimiento.

Las relaciones humanas se complican cuando nos damos cuenta de que el concepto que tenemos de nosotros mismos no necesariamente concuerda con el concepto que los demás tienen de nosotros.

Por ejemplo: es posible que alguien se conciba como un ser abierto y espere que los demás se acerquen con facilidad, sin embargo, los demás perciben cierto retraimiento y ensimismamiento en esta persona y evitan la relación con ella. De ahí que sea primordial ser congruentes entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Una condición básica para establecer relaciones honestas con otros, consiste en ser auténticos. En este punto la comunicación no verbal tiene una gran relevancia, ya que lo que “hablamos” con el cuerpo tiene un mayor impacto porque es espontáneo, puesto que surge del inconsciente y no reparamos en ello, lo hacemos sin meditarlo.

Fuente: Taller de Sensibilización de la Secretaria de Salud