Ser un miembro eficiente en el equipo
No existe “una” manera correcta de ser un miembro eficiente en el equipo, es precisamente la diversidad, la apertura, la aceptación y la tolerancia lo que hacen interesante al equipo. Algunas “indicaciones” que permiten ser un miembro eficiente en el equipo son:
Aprendamos a conocer a los demás. El interés cordial por los demás ayuda a crear un clima de confianza y apertura en el grupo. Aprendamos los nombres de los demás ya que esto personaliza tus relaciones, de este modo haces un reconocimiento a la identidad de ser de cada persona.
Tengamos presente el objetivo, las reglas, los acuerdos básicos y las prácticas del equipo. Tengamos claramente presente nuestro compromiso en cuanto a tiempo y energía y los límites que hemos estipulado al respecto.
Participemos en las deliberaciones, toma de decisiones y distribución de tareas. La contribución de todos es necesaria para que el equipo esté completo. Compartamos con los demás integrantes pensamientos, ideas, sentimientos y preocupaciones. La gama de personalidades contribuye a enriquecer al equipo.
Escuchemos con amplitud a los demás. Todas y todos los integrantes se han unido con el mismo propósito aún cuando su “equipaje” se interponga en el camino.
Trabajar en equipo implica poner en práctica toda una serie de habilidades y capacidades de convivencia y de negociación. Recordemos que estamos en interacción con otros seres humanos y es importante contar con nuestra autoestima fortalecida, ya que cada uno de nosotros experimenta qué aprecian los demás y hasta qué punto podemos tolerar el juicio que expresan. En la medida en que yo mismo me acepto, puedo también escuchar con tranquilidad y reconocer cuando los otros me manifiestan simpatía, reconocimiento y elogios.
Mientras no seamos conscientes de cómo nos vemos y cómo vemos a los otros, no seremos capaces de comprender ni aceptar la percepción y el concepto que los demás tienen de nosotros. Sin conciencia, proyectaremos nuestros propios parámetros en su conducta y actitudes, sin reconocer que son personas independientes y responsables de su propia existencia.
La capacidad del ser humano de pensar acerca de sí mismo y de sus propios pensamientos es única, es llamada por Franklin R. Covey la autoconciencia, que nos permite distanciarnos y examinar el modo en que “nos vemos”: ver el paradigma de nosotros mismos, que es el fundamental para manejarnos con efectividad al interior de un equipo de trabajo.
Franklin R. Covey retoma a los hábitos como factores poderosos en nuestra vida, ya que se trata de hábitos consistentes, a menudo inconscientes, que de modo constante y cotidiano expresan nuestro estilo y generan nuestra efectividad o inefectividad.
Fuente: Taller de Sensibilización de la Secretaria de Salud