Antropología arqueológica

La antropología arqueológica reconstruye, describe e interpreta el comportamiento humano y los patrones culturales a través de los restos materiales. En los lugares en los que la gente vive o ha vivido los arqueólogos encuentran artefactos, elementos materiales que los humanos produjeron o modificaron, como herramientas, armas, campamentos y edificios. Los restos de plantas y de animales y de la basura antigua nos proporcionan información sobre el con-sumo y las actividades. Los cereales silvestres y los domesticados tienen características diferentes que permiten a los arqueólogos distinguir entre recolección y cultivo.

El examen de los huesos de animales revela la edad de los mismos en el momento de ser sacrificados y proporcionan información útil para determinar si las especies eran salvajes o domesticadas.

Analizando tales datos, los arqueólogos responden a diversas preguntas sobre las economías antiguas. ¿Los residentes construían, intercambiaban o compraban determinados elementos? A partir de tal información los arqueólogos reconstruyen patrones de producción, comercio y consumo.

Los arqueólogos han dedicado mucho tiempo al estudio de los restos de cerámica, puesto que son más duraderos que otros artefactos, como la madera y los textiles. Los grupos con cerámicas similares podrían estar históricamente relacionados. Quizás compartían antepasados culturales comunes, comerciaban entre sí, o pertenecían al mismo sistema político.

Muchos arqueólogos analizan la paleoecología. La ecología es el estudio de las interrelaciones entre los seres vivos de un entorno. La ecología humana, estudia ecosistemas que incluyen personas, centrándose en las formas en las que los humanos hacen uso de «los influjos de la naturaleza y son influidos por la organización social y los valores culturales»

Además de reconstruir patrones ecológicos, los arqueólogos infieren la evolución cultural, por ejemplo, a partir de cambios en el tamaño y el tipo de asentamientos y la distancia entre ellos. El número de niveles de asentamiento (ciudad, pueblo, aldea, caserío) es una medida de la complejidad social.

Los edificios ofrecen pistas sobre las características políticas y religiosas. Las estructuras arquitectónicas destinadas a fines especiales como los templos y las pirámides sugieren que una sociedad antigua tenía una autoridad central capaz de dirigir el trabajo en equipo, con esclavos o con hombres libres. La presencia o ausencia de ciertas estructuras, como las pirámides del antiguo Egipto y Méjico, revela diferencias de función entre asentamientos. Otros eran cementerios; incluso algunos otros eran comunidades agrícolas.

Los arqueólogos también reconstruyen los patrones de comportamiento y los estilos de vida del pasado mediante la excavación (en una cuidadosa sucesión de niveles) de determinados asentamientos. En un área determinada, con el paso del tiempo, los asentamientos particulares pueden cambiar en términos de forma y fines, así como también pueden cambiar las conexiones entre ellos.

La excavación puede documentar los cambios en las actividades económicas sociales y políticas. Estudiando barcos hundidos en la costa de Florida, los arqueólogos marinos fueron capaces de verificar las condiciones de vida en las naves que traían a los ancestros afronorteamericanos al nuevo mundo como esclavos. El arqueólogo William Rathje

ha aprendido mucho de la vida contemporánea estudiando la basura moderna. Lo que la gente dice puede contrastar fuertemente con su comportamiento real, tal como reveló la basurología. Por ejemplo, los basurólogos descubrieron que los tres barrios de Tucson donde, según lo dicho por los informantes se daba el consumo más bajo de cerveza, tenían el mayor número de latas de cerveza vacías por vivienda.