Contaminantes atmosféricos
Nuestro planeta está rodeado por una atmósfera gaseosa formada por 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno y 1% entre argón, helio metano y otros gases, de los cuales 0.03% es de bióxido de carbono (CO2). Resulta difícil fijar la altura de la atmósfera, puesto que los gases que la constituyen se comprimen; sin embargo, por lo que se refiere al espesor de la atmósfera, la mitad se encuentra entre la superficie terrestre y unos 5 300 metros de altura.
Dentro de la atmósfera, se distinguen varias capas superpuestas, aunque los límites de las mismas varían según la latitud. La capa inferior, o troposfera, mide 11 kilómetros de altura y dentro de ella tiene lugar la vida. Un poco más arriba se halla la estratosfera que alcanza hasta unos 48 kilómetros de altura a partir de la superficie terrestre. Todavía más arriba se encuentra la denominada ionosfera o mesosfera, cuyo espesor es variable y está sumamente enrarecida.
Aproximadamente entre los 30 y los 40 kilómetros existe una pantalla protectora de ozono (03), formada por las moléculas de oxígeno (02) que absorben toda la radiación solar con longitud de onda inferior a 200 nanómetros, y que se transforman en ozono (03) que, a su vez, absorbe las radiaciones hasta con una longitud de onda de 330 nanómetros.
Gracias a esta pantalla, las radiaciones ultravioleta no llegan a la superficie terrestre. Estas radiaciones poseen un elevado contenido energético, capaz de romper casi cualquier enlace químico de las grandes moléculas orgánicas, como el DNA, que forman los organismos vivientes.
Además aumenta la incidencia de cáncer de la piel, provocan deficiencias en el sistema inmunológico humano y daños a las cosechas agrícolas y a los ecosistemas acuáticos.
Como ya hemos visto, numerosas actividades humanas están modificando los equilibrios naturales en general, y la atmósfera terrestre en particular. Muchas industrias alteran el equilibrio atmosférico a nivel global, o más comúnmente, a nivel local. Más adelante daremos a conocer las consecuencias de las actividades industriales sobre la atmósfera y el clima, en particular lo relativo al deterioro de la capa de ozono y la formación de la lluvia ácida.
Hoy día se habla mucho de la parcial pero constante destrucción de la pantalla de ozono por sustancias oxidables, corno ciertos hidrocarburos (CxHy), compuestos de nitrógeno (por ejemplo, los óxidos de nitrógeno, NOx) u otras. Algunos países han prohibido la elaboración de aerosoles, ya que estos productos contienen gases oxidables que destruyen el ozono atmosférico.
Entre los agentes más nocivos para la atmósfera, se hallan los radicales oxidantes producidos por las reacciones entre el ozono y los hidrocarburos. Uno de los principales efectos es la oxidación del bióxido de azufre (SO) que origina el ácido sulfúrico (H SO ), presente en los gases contaminantes que cubren las grandes urbes y en los principales complejos industriales.
Se sabe, por ejemplo, que varios países de Europa, Estados Unidos y Canadá cada año arrojan al aire la increíble cantidad de 100 millones de toneladas de bióxido de azufre, el cual se transforma poco a poco en ácido sulfúrico que, al caer sobre la superficie terrestre, constituye la llamada lluvia ácida. Es frecuente que, debido a la contaminación, muchas regiones alejadas de las fuentes contaminantes sufran consecuencias graves como la exterminación de la vida vegetal y animal en bosques, lagos y mares, debido a las grandes corrientes atmosféricas.
Además, estos productos llegan a dañar al hombre cuando ingiere o utiliza el agua contaminada. Las condiciones climatológicas de las ciudades se alteran por todas las actividades industriales y domésticas que provocan una elevación de la temperatura del aire, además de producir una gran cantidad de contaminantes atmosféricos.
Ahora bien, si la ciudad está rodeada de montañas, como es el caso de Los Ángeles California, y el Distrito Federal, en México; entonces se forma una cúpula de aire contaminado y caliente, o smog que se queda sobre la ciudad hasta que una fuerte corriente de aire la dispersa.