Romanticismo francés
Francia se deslizó desde los ideales exaltados de la Revolución hacia el imperialismo de Napoleón, de igual manera que transcurrió el camino del arte desde el Neoclasicismo hacia el Romanticismo. Las guerras napoleónicas fueron las primeras en recurrir al patriotismo del pueblo como factor militar, puesto que el suyo fue el primer ejército nacional y no mercenario, contratado por el rey. Los soldados de Napoleón luchaban por su patria y no por el dinero de un rey extranjero. Esto provocó una manera diferente de entender la guerra, en la cual el ardor de los combatientes era distinto, así como el sentido de su muerte. Por primera vez el jefe es secundario frente a la figura del héroe anónimo.
La temática de los horrores de la guerra se dejó sentir en el Prerromanticismo, dominado por las tendencias estéticas clasicistas. Gérard, el Barón de Gros,
Boisdenier, Meissonier o Proud’hon fueron artistas que se iniciaron en las Academias neoclásicas pero que tiñeron sus lienzos de sentimiento y humanidad.
Con frecuencia se sumaron a las novedades literarias de las avanzadillas románticas europeas, como Tolstoi o Stendhal, que se dedicaron igualmente a retratar los efectos de la guerra. Sin embargo, el Romanticismo pleno se sintió a partir de 1830. Se estrenó la obra «Hernani», de Víctor Hugo, y el teatro terminó siendo el escenario de una batalla campal entre clásicos y románticos. Ese mismo año, Próspero Merimée visitó España y compuso su ópera «Carmen».
Frente a esta irrupción violenta del sentimiento, el panorama pictórico sigue rendido a los pies de Ingres y al academicismo. Tendrá que ser Géricault, con su agitada vida personal, quien sacuda a los jóvenes pintores y los introduzca de lleno en una estética nueva. Géricault es el primer prototipo de pintor romántico, muerto joven en un manicomio, dentro del cual realizó extraordinarios apuntes de los otros enfermos mentales. Fue el padrino de la generación romántica, en especial de Delacroix, ya que ambos se rinden homenaje mutuo en sus cuadros (el caso más conocido es el de la Balsa de la Medusa, de Géricault, y la Barca de Dante, de
Delacroix, en las cuales los pintores se copian y retratan recíprocamente).
Los componentes principales del Romanticismo francés fueron el mantenimiento del canon clásico en las figuras, pero con una mayor libertad a la hora de prodigar el color y la luz, así como en unas composiciones casi agresivas por dinámicas y retorcidas. La mezcla de clasicismo y sentimiento lo aproximan estéticamente al Romanticismo alemán y al español respectivamente. En paralelo se desarrolló una
Escuela de paisaje similar al eclecticismo español, en el cual destacaron Chassériau y Meissonier. Sientan las bases para el paisajismo de la Escuela de Barbizon y de Corot, precedentes inmediatos del Impresionismo.
Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres