Periodo de adaptación escolar
La escena se repite en todos los colegios: llantos, pataletas, gritos, rabietas…Los primeros días de escolarización resultan en general traumáticos para los miles de niños que cada año inician el segundo ciclo de educación infantil.
Una de las maneras de evitar el rechazo y disminuir los conflictos es la planificación, por parte de los centros educativos, de un periodo de adaptación durante el que los alumnos se incorporan a las aulas de forma gradual en las primeras semanas.
El comienzo de la etapa escolar para los niños de tres años supone un importante cambio del contexto al que están habituados. Muchos de ellos lo tienen más fácil, ya que han asistido en años anteriores a la guardería y han pasado por la experiencia previa de separarse de sus progenitores; otros, sin embargo, experimentarán la separación familiar por primera vez y les costará más asumir la nueva situación.
El niño necesita ajustarse a la nueva situación y acomodarse a ella. Por eso, muchas administraciones autonómicas ofrecen a los consejos escolares la posibilidad de planificar este periodo de adaptación para el alumnado de nuevo ingreso en el primer curso de educación infantil.
El periodo de adaptación organizado y planificado por el centro se lleva a cabo durante el mes de septiembre; en octubre, los niños comienzan con el horario general del resto de alumnos.
De manera adicional a estas medidas, se adoptan en el aula durante el periodo inicial ciertas pautas metodológicas que favorecen la integración en el centro. Una de ellas es la formación de grupos reducidos de estudiantes que asisten a clase de forma escalonada. Esto permite que los niños cuenten con una atención más personalizada e individual durante los primeros días y que se puedan respetar sus necesidades y ritmos particulares.
Un objetivo fundamental que se persigue con el periodo de adaptación es que los profesores conozcan, y puedan actuar en consecuencia, los hábitos y pautas de comportamiento de cada alumno. Para conseguirlo hay que crear un canal recíproco y continuo de comunicación con los padres, que deben aportar a los docentes toda la información que crean significativa para que sus hijos se adapten con normalidad al entorno escolar.
De la misma forma, para reducir los temores y traumas que genera en los niños la asistencia por primera vez al colegio, es vital que los progenitores creen con sus hijos en esas semanas un clima de naturalidad y aceptación del proceso de adaptación.
Evitar despedidas «eternas», respetar los horarios, demostrar seguridad y confianza y no visitar el colegio fuera de las horas de entrada y salida son algunas de las recomendaciones de los docentes que los padres pueden tener en cuenta para facilitar el proceso de socialización del alumno.
Las fases de adaptación
El proceso de adaptación escolar por el que pasan todos los niños es variable y particular de cada uno. En unos puede durar tan sólo unos días. En otros tarda un mes o un trimestre completo. El catedrático Félix Sánchez, en su proyecto de investigación «La mejora de la calidad de educación infantil: periodo de adaptación y clima de clase», divide el periodo en tres fases, según la actitud del alumno:
Fase de protesta: puede durar una semana o más, en función de cada niño. En esta etapa, el pequeño toma conciencia de que está «solo». La protesta se manifiesta en lloros, intentos de huida, ansiedad, conductas regresivas, rechazo de los profesores o negación a participar en las actividades del aula.
Fase de ambivalencia: pasados los primeros días, la protesta pierde fuerza y comienza un periodo en el que el alumno alterna situaciones de rechazo y bienestar en clase y con el docente. Puede mostrar todavía síntomas de ansiedad y angustia con llantos y pataletas, pero empieza a aceptar el entorno.
Fase de adaptación: a lo largo del primer mes de estancia en el colegio, la mayoría de los niños termina por adaptarse a la nueva situación. Supera la ansiedad, acepta al tutor y comienza a relacionarse con otros compañeros