Cómo desarrollar la concentración selectiva
¿Has notado cómo algunas personas logran leer un libro o el periódico, prestando mucha atención a la información, aunque estén en el tren, de camino al trabajo, con personas hablando, bebés llorando, y miles de ruidos a su alrededor? Pues estas personas no tienen una capacidad sobrenatural, simplemente han logrado desarrollar su capacidad de atención y concentración selectiva.
La concentración selectiva es una capacidad que nos permite poner en funcionamiento un proceso de captación y retención de sólo un fragmento de la información que proviene del exterior, en forma de estímulos o información. Desarrollando esta herramienta, podrías escuchar sólo el canto de un ave en medio de un tumulto de cientos de aves cantando.
De qué se trata la selección
A diario, todo el tiempo, recibimos estímulos del mundo exterior. Sonidos, aromas, temperaturas o climas, energías y vibraciones casi imperceptibles. Estos estímulos provocan reacciones, e incluso te ponen de cierto humor, pudiendo dificultar la atención o la concentración en tus tareas.
Por ejemplo: cuando hace mucho calor, aunque estés leyendo tu libro favorito, en tu mente divaga la idea de «cuánto calor hace», tu cuerpo suda, y te distraes fácilmente; cuando en la oficina o en el salón de clases hay gente dialogando, estos sonidos interrumpen la lectura que tú estás haciendo, o te distraen de las tareas que estés cumpliendo.
La atención y la concentración selectiva son la herramienta de ayuda en éstos, y más casos.
La concentración selectiva sólo se permite influenciar por cierta porción de esta información del entorno. De este modo, de entre los tantos sonidos, puedes escuchar sólo uno, o bien neutralizar la percepción de los sonidos y sólo enfocar tu atención en el material de lectura frente a ti.
Desarrollando la concentración selectiva
La concentración, la atención, al igual que la creatividad, pueden ser desarrollados de una manera muy placentera: mediante juegos. Los juegos permiten establecernos en un humor más relajado y abierto, y son el mecanismo ideal para incorporar estas nuevas ejercitaciones mentales a nuestros procesos de pensamiento.
Una técnica sencilla para desarrollar nuestra concentración selectiva puede ser realizado mediante la simple contemplación de elementos. Por ejemplo, toma dados (de los que se usan en juegos de tablero), un papel en blanco y un lápiz. Piensa en un tema que quieras desarrollar, por ejemplo: buscar la solución a un problema en la oficina, renovar la cocina para crear un ambiente más llamativo, modificar la tienda para que resulte más invitante a nuevos clientes.
Ahora, tira un dado, para determinar un número bajo en el reloj y escribe en el papel ese atributo. Luego tira ambos dados, suma sus cifras, y anota a continuación ese otro atributo. Por ejemplo: primer dado, el 2 (modernidad); segundos dados, 5 y 3 = 8 (iluminación). Con sólo esos dos atributos en mente, procura establecer relaciones entre ellos.
Anota todas las ideas que vengan a tu mente, sin considerar estadísticas, datos de la realidad, ni siquiera estilos decorativos: sólo une entre sí esos dos atributos de cualquier manera posible, aunque resulte obvia o absurda. Luego, relaciona estas ideas con la idea principal.
Repite el procedimiento cuantas veces quieras, tirando los dados para que tu mente se concentre en esos dos atributos únicamente, sean cuales sean. Con este ejercicio, tu mente se acostumbrará a ir tomando de la realidad los datos específicos, seleccionados, en busca de soluciones o alternativas para cada proceso de pensamiento.
Fuente: comohacerpara.com