Observador pasivo y observador participante
De hecho, toda observación es participante y es más exacto hablar de observación participante pasiva, por el contrarío, de observación participante activa, según el grado de integración del observador en la situación (el nivel de integración del observador en la situación puede evolucionar con el tiempo). La observación es más participante y activa cuando el observador juega unos roles efectivos que son capaces de modificar radicalmente la situación y la vida del grupo observado.
En el marco del proceso educativo, la observación del profesor es una observación participante activa dirigida a provocar una modificación de los alumnos. Y habría que preguntarse si no sería siempre necesario un cierto grado de participación, a menos que el observador no sea quien saque las inferencias.
Ya aquí nos tropezamos con uno de los problemas graves de la política educativa: el psicólogo aporta información a los educadores y les deja el trabajo, para el que no están formados, de extraer las inferencias pertinentes para la acción.
Fuente: Observar para Educar – Observación y evaluación en la práctica educativa, Jean-Marie De Ketele