Observador percibido y observador no percibido
El observador, ya sea participante pasivo o activo, puede ser percibido o no como observador. Aquí se sitúa todo el problema de la “reactividad”, es decir, el problema de las reacciones de los sujetos cuándo saben que son observados.
Son muchos los casos en los que la observación en situación natural no plantea problemas de reactividad, ya que el observador (o el material) no es percibido como observador. Por el contrario, en la mayoría de los casos las experiencias de laboratorio o las situaciones de tests no escapan a este problema.
Heyns & Lippitt (1954) y Weick (1968) creen que este problema se ha sobrevalorado en muchas ocasiones. Sherif & Sherif afirman que, incluso cuando la presencia del observador es aceptada, los comportamientos de los sujetos no serán nunca exactamente los mismos. Contrariamente, Schoggen cree que, por lo menos en la observación en situación natural, es muy difícil alejarse de las actitudes y de los modelos (“patterns”) de los comportamientos sociales durante mucho tiempo.
Debido a que las investigaciones al respecto no permiten llegar a conclusiones seguras, el educador evitará siempre que le sea posible es la práctica cotidiana asumir el estatus de observador externo. Este tipo de observación, aunque recomendada por las circulares oficiales, no debe institucionalizarse, sino que debe establecerse, en la medida de lo posible, como observación continua y natural.
Fuente: Observar para Educar – Observación y evaluación en la práctica educativa, Jean-Marie De Ketele