El principio de autonomía
Cada persona (adulta) posee el derecho irrenunciable a determinar y conducir su vida por sí mismo, y no se le puede privar de vivir una vida plena y autodeterminada.
Al actuar se encuentra en una situación particular, única e irrepetible, que necesariamente influye en su acción, pero no necesariamente la determina.
Es verdad que en la vida familiar y de trabajo encontramos una instrumentalización de la persona, tolerable únicamente si no impide su responsabilidad y la realización plena de su vocación humana.
Interpreta mal este principio quien piense que la situación no influye en la acción del sujeto, o que es el elemento único determinante.
(García de Alba, Juan Manuel: Ética Profesional, Págs. 181-182)