Como dijimos anteriormente, para Karl Marx la lucha entre clases sociales era inevitable dada la explotación de los trabajadores en el capitalismo. Al ampliar el trabajo de Marx, los sociólogos y otros científicos sociales han llegado a ver el conflicto no como un fenómeno exclusivo de la relación de clases, sino como una parte de la vida cotidiana de cualquier sociedad.
Al estudiar cualquier cultura, organización o grupo social, los sociólogos quieren saber qué partes se benefician, qué partes sufren y qué partes dominan a expensas de otros. Están interesados, entre otros, en los conflictos entre hombres y mujeres, padres e hijos, las ciudades y el campo, blancos y negros.
Los teóricos del conflicto se interesan por cómo las instituciones de la sociedad —entre ellas, la familia, el gobierno, la religión, la educación y los medios de comunicación— ayudan a que algunos grupos mantengan sus privilegios mientras otros se mantienen en una posición subordinada. La importancia que conceden al cambio social y la redistribución de los recursos hace que los teóricos del conflicto sean más radicales y activistas que los funcionalistas.